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Documento y comentario: Puertorriqueños, así somos nosotros

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 31 marzo 2010


  • Salvador Brau Asencio (1842-1912)

Preciso es reconocer grandes cualidades de carácter en el pueblo puertorriqueño; cualidades inherentes algunas a toda la extensa familia española, pero muy en especial nuestras; otras, tan especiales que sería en vano buscarlas en todas esas nacionalidades nutridas con española savia en los vastísimos territorios de vecino continente.

Originarios de las provincias peninsulares del mediodía, los primitivos colonizadores del suelo borincano, nos trajeron la vivacidad de imaginación y la delicadeza en el sentir que les eran peculiares; pero de ningún modo la vehemencia en el obrar que les distingue.

Salvador Brau Asencio

Esta observación salta a la vista, y de tal manera descuella, que cualquiera poco conocedor de los orígenes del pueblo puertorriqueño, le crearía procedente no del mediodía sino del norte de Europa al observar la parsimonia con que procede en muchos de sus actos sociales.

Es verdad que lo expansivo del carácter, lo generoso y sufrido, y lo propenso a resignarse con una promesa, a veces con una simple fórmula de cortesía (que consideramos generalmente como augurio venturoso) bastan para calificar la riqueza soñadora de nuestra fantasía, descubriéndose pronto su verdadera procedencia; pero, a pesar de esto o quizás por esto mismo, somos un pueblo especial, fácil de dirigir y muy aficionado a dejar hacer, sin inquietarse mucho cuando no lo hallamos hecho, por más que nos lo hayan ofrecido.

Conocidos estos antecedentes, parecerá extraño que la calidad predominante entre los puertorriqueños sea la independencia de carácter; con todo, hay que reconocerlo así.

Sea por razón del aislamiento en que hemos vivido, sea por los hábitos de la vida campestre, sea por desconocimiento de ciertas conveniencias sociales, ello es que el puertorriqueño estima en mucho su libertad individual, y no se muestra dispuesto a sacrificarla a etiquetas y fórmulas convencionales.

Si es esto un bien o un mal no tratamos de averiguarlo ni lo necesitamos para nuestro propósito. Nosotros describimos; encárguense de juzgar otros…

Y que describimos estudiando la naturaleza, es indudable.

Por de contado somos los puertorriqueños los peores cortesanos del mundo. Hablamos en términos generales, y convencidos de que no faltarán entre nosotros personas aficionadas a frecuentar encumbrados salones, y muy hábiles para proceder en ellos con ese exquisito amaneramiento propio de la etiqueta palaciega, mas no puede juzgarse la colectividad por el individuo, sobre todo cuando el individuo ha podido modificarse por circunstancias extrañas a sus congéneres.

Estudiad al puertorriqueño en cualquiera localidad de la isla, y le veréis decidor y jovial en sus reuniones, pero circunspecto y hasta desabrido en la vida pública; muy respetuoso con la autoridad, pero evitando todo lo posible el rozarse con ella hasta para asuntos que le interesan. Si la autoridad le llama no dejará de responder al llamamiento, pero se le hará agradable el retirarse de su presencia, para regresar a su conuco (finca rústica de corta extensión) o a sus quehaceres.

Si la necesidad os conduce a la casa de un puertorriqueño —hablamos del carácter genuino, no del adulterado— veréis con qué delicadeza ejerce el deber de la hospitalidad, por mucho que podáis serle desconocido, mas no esperéis que él venga a la vuestra a solicitar correspondencia.

En sus deberes nacionales es un modelo. ¿Peligra la integridad del suelo patrio? Pues pronto le hallaréis a defenderla. ¿Sufren sus hermanos en provincias lejanas? Su bolsa está pronta para socorrerles. ¿Celebra la nación alguna hazaña gloriosa? Al júbilo general se asocia espontáneamente.

Estos son rasgos típicos de nuestro pueblo; mas, por el extremo contrario, ¿le oprime a él alguna calamidad? A nadie acude para remediarla. Si le dan, acepta; si le ofrecen, aguarda; si le burlan en sus esperanzas, se resigna.

Podrá decir alguno: «Si a estas notables condiciones se le agregase cierta dosis de ductilidad y un ligero abandono al retraimiento, para asistir a tertulias oficiales y frecuentar las oficinas públicas, ese pueblo sacaría mejor partido de los encargados de administrarle y dirigirle.» La observación será exacta, pero ¿qué le hemos de hacer? Nosotros somos así. Educados en la soledad, nos avenimos mal con el bullicio cortesano.

El régimen colonial contribuyó mucho a acrecentar esos instintos solitarios, y los desengaños sufridos, si no son suficientes para amenguar nuestra lealtad ingénita, bastan para hacernos cautos y recelosos.

Es verdad que de ese alejamiento habitual de los círculos autoritarios, a que nos lleva la índole de carácter y la educación política que hemos recibido, han sacado provecho ciertas gentes para suponernos díscolos y mal avenidos con los poderes públicos; pero nosotros somos así, y, contando siempre con nuestra buena fe, seguimos creyendo, a pesar de todo, que a los pueblos se les debe juzgar por su historia y no por la insidia de mal avenidos consejeros.

Y tan apegados nos hallamos a nuestras costumbres, que no damos muestras de corrección.

¿Viene un gobernador nuevo? Le recibiremos con palmas. ¿Nos dirige cuatro frases halagüeñas? Le elevamos al séptimo cielo. ¿Demuestra hacer algo en bien del país? Le proclamamos nuestro bienhechor, nuestro salvador, y no encontramos sitio bastante digno donde estampar su nombre; pero nos mantenemos siempre a respetuosa distancia: a la capa, como suelen llamar los marinos a una de sus más hábiles maniobras. Esto, dicen algunos que es inconveniente; podrá serlo, pero hay que confesar que tiene sus ventajas.

Si el gobernador no cumple nada de lo ofrecido, si se inclina del lado de los especuladores políticos y nos da el gran camelo, no nos vemos obligados a ponernos en franquicia, diciendo como la zorra: están verdes. La reserva observada evita tan penoso trance. No se debe, pues, estudiar la medalla sólo por el anverso.

Conviene, por otra parte, tener presente que puede suceder, mejor dicho, ha sucedido, que un gobernador reformista se torne en furibundo conservador, o que dando oídos a consejas y tradiciones fantásticas, como el miedo es contagioso, concluya por abrumarnos con expedientes gubernativos o aturdimos con gritos estentóreos, marchándose luego en paz a recoger como premio, un marquesado o cosa semejante: para hechos tales parece creado expresamente el carácter de los puertorriqueños.

Con una calma estoica oímos los dicharachos: con admirable sangre fría dejamos que cursen los expedientes sobre las soñadas conspiraciones; y cuando nos llega la noticia de que el héroe se ha dado los honores del triunfo allá en el Capitolio, o cuando mendiga nuestros votos para que le encumbramos a los escaños de la Representación Nacional, nos conformamos con dejar que juguetee en nuestros labios y anime nuestro semblante una significativa sonrisa. Así somos nosotros.

El Domingo, 9-IX-1883.

Comentario:

Salvador Brau Asencio es considerado uno de los precursores de la historiografía y la sociología puertorriqueñas. Fue activista abolicionista, liberal y autonomista, y trabajó al servicio de España y Estados Unidos en el cambio del siglo 19 al 20. El documento de 1883 es un interesante juicio sobre la percepción de la identidad puertorriqueña a los ojos de  este olvidado intelectual de Cabo Rojo.

Brau Asencio reconoce el papel fundamental de la Hispanidad en la Puertorriqueñidad, pero llama la atención sobre ciertas cualidades “tan especiales” que solo pueden ser nuestras. Entre lo hispánico lo puertorriqueño existen, por lo tanto, elementos de continuidad y de discontinuidad. Los argumentos de Brau Asencio en torno a lo que heredamos de España son histórico-sociales, producto de la observación social y de la racionalidad. Pero cuando enfrenta lo que nos hace «tan especiales», es decir, el solo local o lo que nos hace únicos, su argumentación se desplaza hacia el terreno de las consideraciones morales y emocionales  más elusiva. Después de todo, afirma, con un tono de aceptación que «así somos nosotros».

Las marcas del carácter son por demás interesantes. La descripción de Puerto Rico y los puertorriqueños como un pueblo «sufrido» y fantasioso, «fácil de dirigir y muy aficionado a dejar hacer», «respetuoso con la autoridad, pero evitando todo lo posible el rozarse con ella» y «en sus deberes nacionales es un modelo» acaba por proyectar la sumisión y la credulidad como virtudes o, en última instancia, como  condiciones insuperables por naturales u orgánicas.

El autor no quiere hacer una lista de virtudes y defectos. La decisión la debe tomar el lector. Pero, en general, los rasgos que Brau Asencio distingue son los siguientes:

1. La “vivacidad de imaginación y la delicadeza”.

2. Lo “expansivo del carácter, lo generoso y sufrido, y lo propenso a resignarse con una promesa”.

3. La “independencia de carácter” y el hecho de que el “puertorriqueño estima en mucho su libertad individual”.

4. La  “parsimonia con que procede” y la ausencia de “vehemencia en el obrar”.

5. Manifiesta “instintos solitarios” y tiene por virtud la “hospitalidad”.

6. Son “los peores cortesanos del mundo”, distantes del boato, el formalismo, los protocolos y el lujo.

7. Es un pueblo  “decidor y jovial en sus reuniones, pero circunspecto y hasta desabrido en la vida pública”.

8.  Es un pueblo “fácil de dirigir y muy aficionado a dejar hacer” y, a la vez,  “respetuoso con la autoridad, pero evitando todo lo posible el rozarse con ella”, el cual cumpliendo “sus deberes nacionales es un modelo”.

9. “¿Viene un gobernador nuevo? Le recibiremos con palmas”, pero “si el gobernador no cumple nada de lo ofrecido (…) no nos vemos obligados a ponernos en franquicia” o protestar y prefiere guardar silencio.

10. No cambian con facilidad: “apegados nos hallamos a nuestras costumbres” de donde deriva su tesis central de que “así somos nosotros”.

  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Historiador y escritor

14 respuestas to “Documento y comentario: Puertorriqueños, así somos nosotros”

  1. Marelis Molina said

    A través de la lectura de Salvador Brau podemos encontrar muchas características que él nos menciona sobre el puertorriqueño del siglo 19 y principios del 20. Muchas de las características que Brau nos menciona son iguales o casi iguales alas que tenemos los puertorriqueños hoy en día. El nos menciona que algunas de nuestras influencias son propias de nosotros y otras son españolas. Pero más importante es cuando Brau nos menciona que a pesar de que hay influencia española no es de grande ya que los puertorriqueños tenían otras cualidades y actitudes contrarias a las españolas. Estos puertorriqueños se hacían notar por su carácter, lo que Brau nos resalta como un carácter generoso, sumiso, sufrido y resignado ante cualquier promesa. Estos puertorriqueños eran fáciles de dirigir y controlar ya que mostraban resignación ante cualquier problema. No tomaban ningún riesgo y eran moderados. Ellos tenían respeto hacia la autoridad, lo cual podemos mencionar que ellos protestaban y se quejaban pero no hacían nada para no tener ningún problema con la autoridad. Lo cual nos da a entender que si no les gustaba como se gobernaba no hacían nada para defender su opinión o defender alguna injusticia. Por otro lado vemos una descripción de un puertorriqueño independiente, un puertorriqueño que estima su libertad individual y un puertorriqueño que por ningún motivo sacrificaría su libertad. Nos describe la vivacidad de imaginación, la delicadeza de los puertorriqueños, sus manifestaciones e instintos solitarios y por virtud su hospitalidad. Este artículo es de suma importancia ya que nos da una descripción de las virtudes y defectos que nosotros los puertorriqueños teníamos y tenemos. Por eso quisiera recalcar la importancia del titulo también; ya que nos quiere decir que así somos nosotros también y que aunque no todas las características son como las de ahora pero la mayoría son iguales e influencian mucho a los puertorriqueños de hoy en día.

  2. Caterina M. Cangiano said

    A través del artículo de Salvador Brau, se pueden ver las características de un típico ciudadano de Puerto Rico a mediados del siglo 19 y principios del siglo 20. Muchas de ellas aún vigentes, pero la mayoría son completamente lo opuesto a lo descrito. Nuestras características solían ser parecidas a las de un europeo, pero a la misma vez Brau habla de otras semejantes a las de un jíbaro («Es verdad que lo expansivo del carácter, lo generoso y sufrido, y lo propenso a resignarse con una promesa, a veces con una simple fórmula de cortesía…»). Salvador Brau destaca que somos un modelo nacional y que estamos siempre ahí para ayudar a un hermano que nos necesite. Somos fiesteros cuando estamos en grupos, pero cuando estamos solos somos personas tímidas y difíciles de conocer.

    Por el título, «Puertorriqueños: así somos nosotros», entiendo que estamos resignados con nuestra forma de ser, y no luchamos por el cambio. Describe al puertorriqueño como una persona extremadamente humilde, agradecido a cualquier intento de mejorar, respetuoso hacia la autoridad y fácil de dirigir. El puertorriqueño ha cambiado mucho porque si ahora un gobernante nuevo llega, claro lo recibiremos con palmas al igual que antes; pero si ese gobernador no cumple con lo que nos ofreció protestamos, nos quejamos, y nos vamos en contra de todo lo que tenga que ver con esa persona. Concluyo que el título y su tono de resignación ya no va con los puertorriquenos de hoy en día. Al igual que cualquiera nos rendimos en una que otra cosa, pero intentamos luchar por lo que queremos de la manera en que mejor nos sale, aunque no sea siempre la más adecuada. Hoy continuamos valorando la «libertad independiente», pero es irónico el que vivamos bajo las sombras de un estado superior que muchas veces nos derriba esa libertad. Valoramos mucho nuestras costumbres y nuestro pasado, e intentamos mantenerlo vivo a través de todo.

    Salvador Brau hizo una descripción bastante precisa de un puertorriqueño, y aunque algunos de los rasgos siguen vigentes y dan risa, hay otras que son difíciles de aceptar. Estas te dejan pensando en que si llevamos tanto tiempo siendo así, y aún estamos luchando por cambiar, pues, ¿De veras tenemos el poder de cambiar lo que ya esta incrustado en nosotros, en nuestra cultura y nuestro gobierno?

  3. Roberto L Vicente

    El primer punto que discutí fue el hecho de que las cualidades y características que Brau reconoce de los puertorriqueños en este documendo publicado ya hace más de cien años siguen siendo las mismas que hoy en día. Un ejemplo de esto es que él reconoce que los puertorriqueños tienen unas cualidades únicas que no se parecen en nada a las españolas aunque seamos españoles o descendientes de ellos. Otro punto que pienso que todavía esta presente hoy en día en los puertorriqueños es la independencia de carácter y que no están dispuestos a sacrificarla. El último punto que discutí que sé que todavia está muy presente en los puertorriqueños hoy en día es el de la política y el ser gobernados. Siempre vienen nuevos gobernadores, prometen y los tratamos como un dios y un santo, después no cumple y en vez de criticarlo y molestarnos, decimos que es un principiante y que le hace falta experiancia. Creo que seguimos siendo como dice la lectura de Brau «un pueblo fácil de dirigir y muy aficionado a dejar hacer…».

  4. Zaymarie González said

    Al leer este documento, me da a entender muchas cosas sobre los puertorriqueños. Al parecer tratar de describir al puertorriqueño como sumiso, fácil de dirigir y/o de gobernar. Si el gobierno hace algo bien la población se lo aplaude, por más mínima que sea la obra del gobierno. Cuando el gobierno hace las cosas mal, entonces los criticamos y lo sacamos de ese lugar alto en que lo teníamos; pero en realidad no hacemos nada. El puertorriqueño tiende ha ayudar a los demás pero no nos ayudamos a nosotros mismos. En esta parte del gobierno estoy muy de acuerdo con el auto, de hecho en estos tiempos de ahora estamos igual y podemos ver el ejemplo con el actual gobernador Fortuño. Ahora la mayoría de la poblacion lo está criticando, pero cuando estemos más cerca de la fecha de las próximas elecciones y el comience a hacer cosas buenas, entonces todos vuelven a creer en el y quieren votar por él.

    Tambien pienso que al criticar de esta manera o mejor dicho describir de esta manera al puertorriqueño, le está diciendo como que no estamos valorando lo que tenemos en nuestra isla. Muchos que tuvieron que irse a los Estados Unidos se ven más orgullosos que nosotros, y nosotros que tenemos la bendicion de todavía estar en esta bella isla, no lo valoramos. En la lectura me hace pensar que el autor nos describe un poco orgullosos, pero cuando se dice sacar nuestra bandera y representarla ahi es que demostramos que somos orgullosos, pero de ser puertorriqueños.

  5. Hiram Rivera said

    Fue sumamente interesante como Salvador Brau describió en este artículo lo que fue en ese tiempo y aun es nuestra cultura puertorriqueña. Al saber que este artículo lleva más de un siglo y nuestra cultura sigue siendo la misma, podemos decir que nosotros nos resistimos al cambio y que se nos hace difícil de asimilar. Ahora, cuando ocurre el cambio al ser tan conformes lo asimilamos rápido y aprendemos a lidiar con el. Digo que somos un pueblo conforme por lo que nos dice el autor: «Somos un pueblo especial, fácil de dirigir y muy aficionado a dejar hacer, sin inquietarse mucho cuando no lo hallamos hecho, por más que nos lo hayan ofrecido.» Simplemente nos conformamos con lo que venga y lo asimilamos rápidamente.

    Otro punto interesante que toca el autor y me pareció muy cómico es cuando dice que: «Por de contado somos los puertorriqueños los peores cortesanos del mundo.» Esto es muy cierto, es muy raro que los puertorriqueños tengamos conocimiento de la aristocracia o la realeza, si preguntara en el salón de clase quien sabe utilizar todos los cubiertos en una mesa, estoy seguro de que nadie levantaría la mano, además los puertorriqueños en esa época y aun los del presente, solemos estar alejados de la aristocracia. En el siglo 19 la realeza se concentraba en España donde era imposible poder ser parte de ella, o en la capital San Juan, donde tampoco se veía de manera explícita lo que podía ser la aristocracia. Pero en dato personal, me gusta tal y como somos en esta área. Yo me chupo los dedos y me limpio en el mahón…

    Algo que me impacto y lo podemos ver aun fuertemente arraigado en nuestra cultura es el hecho de que somos bien dados a ayudar a los demás, pero para pedir ayuda somos sumamente tercos, «¿le oprime a él alguna calamidad? A nadie acude para remediarla. Si le dan, acepta; si le ofrecen, aguarda; si le burlan en sus esperanzas, se resigna.» Podemos ver el ejemplo con Haití: salieron muchas noticias de como Puerto Rico fue de gran ayuda para este pueblo, mas sin embargo sé que si nos sucede algo o estamos pasando por una situacion difícil, es bien raro que pidamos ayuda. Son muchas las cosas que nos distinguen como puertorriqueños, muchas cosas positivas, otras, no tanto, pero vivo orgulloso de quien soy y de cual es mi cultura, ASÍ SOMOS NOSOTROS…

  6. Glormarie R. Núñez Otero said

    Puedo decir que el documento «Así somos nosotros», fue muy realista en todo lo que describió el mismo, ya que como puertorriqueños tanto de ayer como de hoy se nos hace demasiado complicado el cambiar ciertas costumbres, que por cierto nos describen completamente sin importar si son positivas o son negativas.

    Nuestro carácter en la lectura se describe como:
    Personas resignadas con simples palabras y promesas de quienes son líderes, ya sea gobernadores, etc. Somos demasiado resignados no empece si lo que nos rodea es la misma miseria, muchas veces no somos quienes para salir de esa realidad y demostrar que realmente merecemos. Somos además fáciles de dirigir, lo que se demuestra con lo antes dicho, que nos resignamos y en muchas ocasiones permitimos que nos dominen con facilidad. Un punto importante y con el cual estoy totalmente de acuerdo es cuando se menciona en la lectura, que frente a la autoridad demostramos un respeto y una simpatía algo hipócritas, ya que la mayoría del tiempo evadimos y hasta huimos de los mismos. Y en las reuniones profesionales no demostramos la personalidad que realmente tenemos queriendo asi dejar una impresión distinta a lo que somos.

    Bueno, considero que el autor para no lucir tan cruel con el puertorriqueño, también expone sus puntos a favor. Uno de ellos y que a mi entender es cierto, es la hospitalidad y el ser genuino que es un puertorriqueño, muchas veces capaces de exponer hasta su propia vida con tal de ayudar a los que necesitan. Como ejemplo de esto podemos exponer el caso del terremoto en Haiti, y como los puertorriqueños aun siguen saliendo del país para fungir como voluntarios para estas personas tan necesitadas aun cuando son desconocidos, lo cual deja a ver el corazón tan maravilloso que tiene el puertorriqueño. En ocasiones, aunque necesite ayuda, no la pide si no que continua así adelante y no acude a nadie. Aunque se burlen de sus sueños, sigue con sus esperanzas y su Fe, creyendo que el mañana será mejor que el presente.

  7. Yessenia Mañon said

    Puertoriqueños: Así somos todos

    Esta lectura publicada por el señor Salvador Brau fue escrita hace muchos años, y sin embargo, a mi entender, considero que es como si hubiese sido publicada para estos tiempos. Entiendo que la lectura nos comenta acerca de las características del puertorriqueño y su comportamiento en diferentes roles.

    Pienso que esta lectura tiende a darle una característica contradictoria al puertorriqueño, como por ejemplo: decidor y jovial en sus reuniones, pero circunspecto y hasta desabrido en la vida pública, “parsimonia con que procede” y la ausencia de “vehemencia en el obra», “fácil de dirigir y muy aficionado a dejar hacer” y, a la vez, “respetuoso con la autoridad, pero evitando todo lo posible el rozarse con ella”, cumpliendo “sus deberes nacionales es un modelo».

    Pienso que el mensaje de Brau más importante de la lectura es que el puertorriqueño es decidido en muchos aspectos pero a la hora de la verdad no se atreve a enfrentar lo que aclama. Considero que esta es una lectura muy interesante y como mencioné arriba es como si fuese escrita para en estos tiempos.

  8. Carlos J Diaz said

    En este artículo Salvador Brau presenta algunas de las características que, según él, describen a los puertorriqueños. El autor entiende que algunas de estas son comunes en otras sociedades como la española y otras son pertenecientes solamente a nosotros. Salvador Brau hace el comentario de que el puertorriqueño adquirió ciertas características de los españoles, tales como «la vivacidad de la imaginación», pero no fuimos capaces de adquirir «la vehemencia en el obrar». Entiendo que Salvador Brau trata de decir que nosotros tenemos una gran capacidad para imaginar o idear planes, pero somo incapaces de tomar acciones para que estas ideas se lleven acabo. Esto no está muy lejos de la realidad ya que hasta hoy en día muchos planes no pasan de ser algo escrito en un papel.

    También puede servir como crítica al puertorriqueño de que ya es hora de pensar e imaginar y es momento de tomar acciones. Salvador Brau también resalta la facilidad con la que el puertorriqueño cae ante las promesas de los políticos, y la facilidad con la que nos resignamos, cosa que todavía ocurre con mucha frecuencia. Por último, creo que Salvador Brau entendía que es muy difícil que el puertorriqueño cambie, ya que como él menciona «apegados nos hallamos a nuestras costumbres que no damos muestras de corrección». Este punto es muy importante ya que es símbolo de la resignación de las personas que buscan un cambio.

  9. Frances P. Vidot said

    A través del artículo «Puertorriqueños: Así somos nosotros», Salvador Brau señala ciertas cualidades del carácter puertorriqueño, las presenta como únicas y que solo se encuentran en nuestra cultura. Es claro admitir que en ningún momento Brau expresa su opinión sobre las cualidades, sino que las expone sin clasificarlas como positivas o negativas.

    Salvador Brau expone que hemos sido influenciados por los españoles pero de manera indirecta nos presenta como seres inferiores a ellos, ya que resalta que no obramos con apasionamiento. Pero a la vez, señala que poseemos una vivacidad de imaginación. Salvador Brau en ciertas partes nos describe como personas sin malicia y hasta en cierta parte como vagos. Somos descritos como una sociedad poco luchadora y conformista «propenso a resignarse con una promesa.» Brau expone que la mayoría de los puertorriqueños prefieren dejar el poder en manos de unos pocos y que reciben con alegría y entusiasmo al que venga a gobernar. Incluso, presenta a los puertorriqueños como personas fáciles de dirigir y hasta de manipular, que seguimos a cualquiera solo por un acto de cortesía o una simple sonrisa. Una característica que Brau presenta que fue también señalada por Iñigo Abad es la hospitalidad. Siempre hemos sido personas hospitalarias y aun hoy esta característica no se ha extinguido del carácter de los puertorriqueños.

    En conclusión, Salvador Brau presenta cualidades que a mi entender algunas son positivas y otras no tan buenas pero, como dice el título de este articulo, así somos. Aunque el tiempo pase algunas cualidades desvanecen pero otras perduran, sea como sea seremos puertorriqueños.

  10. Mariana Gonzalez said

    Millones de cosas nos expone Salvador Brau en su documento. Nos describe como un Puerto Rico independiente, individual, y a la vez como un Puerto Rico incapaz de tomar decisiones propias. Al leer sus observaciones nos damos cuenta de que no nos trata de exponer su opinión, si no que nos da la alternativa de pensar en como vivimos y qué deberíamos evaluar en nuestra vida actual.

    Si comenzamos a mencionar cosas irónicas, podría decir que somos un pueblo demócrata y aún así eligen por nosotros, y cuando no es así elegimos lo peor que hay entre las opciones. ¿Cómo somos hospitalarios si somos personas individualistas? ¿Cómo somos un Puerto Rico independiente… si vivimos en las sombras de un estado que se cree superior?

    Vemos mucha ironía en este escrito, y no digo que Salvador se haya equivocado, más bien digo que este hecho fortalece más mi pensamiento de que buscaba con esto hacernos analizar. Su opinión de que somos inferiores es una muy buena estrategia para motivar que seamos un Puerto Rico distinto a lo que somos hoy día. Nos inspira a tener la misma motivacion que tenemos en las fiestas, para cosas serias. En fin, Salvador Brau y su escrito es una muy buena fuente de lo que es..y de lo que podria ser Puerto Rico.

  11. Mari-Ana Rodríguez said

    Lo primero que captó nuestra atención en este documento es que es del siglo 19, pero su contenido, aplica perfectamente al Puerto Rico de hoy. Cuando en el documento se habla de «lo expansivo del carácter, lo generoso y sufrido, y lo propenso a resignarse con una promesa», nosotros lo relacionamos con los esclavos, ya que cuando el gobierno abolió parcialmente la esclavitud, ellos se resignaron con la promesa de libertad.

    También cuando se menciona en la lectura «la vivacidad de la imaginación y la delicadeza» podemos concluir que es cierto, porque el puertorriqueño tiene una capacidad imaginativa inmensa, que está en uso todo el tiempo. Habla también de que es un pueblo muy fácil de dirigir, lo que vemos en las elecciones, cuando el pueblo va a elegir un nuevo líder, confia ciegamente en el, para que luego le vuelva a fallar, como los anteriores. Además, Salvador Brau habla en la lectura de que en grupo el puertorriqueño es muy jovial, y que en solitario, es tímido; nuevamente,vemos que esta lectura aplica a nuestra vida diaria, ya que según hemos podido observar, la gente no ha cambiado mucho en 2 siglos.

  12. Nydia I. Pérez said

    Los primeros colonizadores que pisaron el suelo borincano, nos trajeron vivacidad de imaginación. Lo expansivo del carácter, lo generoso y sufrido y lo propensos que somos a resignarnos con una promesa, nos ayuda a calificar nuestra fantasía. Por esta razón somos un pueblo muy fácil de manejar y muy aficionado a dejar de hacer.

    Hoy, no creo que sigamos siendo así. Por el contrario, nos hemos puesto muy difíciles de manejar. La calidad que predomina entre nosotros es la independencia de carácter. Esto sí somos, somos bien independientes de carácter. Algunas de las razones por las que los puertorriqueños estiman su libertad individual lo son el aislamiento en que hemos vivido, los hábitos de vida campestre y los desconocimientos de ciertas conveniencias sociales.

    EL artículo nos decía que los puertorriqueños somos los peores cortesanos del mundo. Las características de los puertorriqueños según los que podemos leer allí lo son: jovial en las reuniones, respetuosos con la autoridad, hospitalarios, si peligra la integridad del suelo patrio ellos lo defienden, si sus hermanos sufren lejos de donde estamos, rápido salimos a socorrerlos, es jubiloso, si le oprime una calamidad, no acude a nadie, entre otras.

    Podemos notar que hoy en día muchas de estas características que antes nos describían no nos describen ya. Un ejemplo de esto es que ya no todos los puertorriqueños respetan la autoridad. Los puertorriqueños fuimos educados en la soledad. EL régimen colonial fue lo que contribuyó mucho a acrecentar los instintos solitarios. Nosotros los puertorriqueños somos muy apegados nuestras costumbres. Un ejemplo de esto es con referente a la gobernación. Para esos tiempos cuando un gobernador se postulaba, lo recibían con aplausos; si nos halagan, lo elevamos al bien; si hace algo bien, lo hacemos nuestro salvador. Hoy en día esto si sigue. Al postularse un gobernador hacemos todo esto.

    Estoy totalmente de acuerdo con la mayoría de las cosas que nos dice Brau en este artículo y sus plantamientos. Todas estas características propuestas por Salvador Brau, eran o son características que nos describen, porque definitivamente es que somos así.

  13. Karina I. Soto Rivera said

    El primer punto de esta lectura que me llamó la atención es que el “puertorriqueño estima mucho su libertad individual”. Esto es algo que todavía lo seguimos viendo en nuestra sociedad; los puertorriqueños no nos unimos, colectivamente, como pueblo para luchar sino que cada uno sigue su camino individualmente, protegiendo así su “libertad individual”. Se podría decir que el puertorriqueño protege esa libertad porque le tiene miedo al cambio y se resiste a éste. Sin embargo, a veces, ser desobediente es un deber. Como dice en la lectura el puertorriqueño se “resigna” y esta es una de las características que debemos cambiar. No porque las cosas estén mal quiere decir que es asi como de ser. Nosotros tenemos derecho a tener lo mejor y es nuestro deber luchar porque así sea. Pero, al parecer nosotros esperamos que las cosas buenas nos caigan del cielo…

    Por último, debo resaltar el titulo “Puertorriqueños: Así somos” este título además de implicar resignación; como si no nos quedara más remedio que ser “así”. También implica que absolutamente todos los puertorriqueños somos así. Sin embargo, ni esta ni ninguna sociedad es homogénea. Por lo tanto si hay personas en nuestra sociedad que anhelan un cambio y LUCHAN por él. Personas que no se conforman ni “resignan” y este es el puertorriqueño que en esta lectura no se menciona. No porque la mayoría de los puertorriqueños sean de una manera significa que todos son así.

  14. Joashlie M. Méndez Ruiz said

    Puertorriqueños: así somos nosotros

    Comencemos con el título que para mí implica resignación, así somos y pues… no vamos a cambiar o no hacemos lo necesario para lograr el cambio. Este artículo nos habla sobre las características que el puertorriqueño viene arrastrando del español pero también nos habla de otras muy únicas del puertorriqueño. Destaca que ha sabido copiar «la vivacidad de imaginación y la delicadeza en el sentir» pero sin embargo no supo copiar el ímpetu del español al obrar, su impulsividad al trabajar por lo que quiere. El puertorriqueño no ha sabido copiar al español en cosas tan positivas como esas. Somos personas de carácter generoso y sufrido y rápido nos resignamos con tan solo una promesa.

    Hoy día esto sigue ocurriendo así y lo podemos ver con cualquier político que venga a ofrecernos «villas y castillas» rapido lo seguimos, admiramos y estamos con él. Esto quiere decir que en todo este tiempo no hemos cambiado nuestra manera de ser. El puertorriqueño es fácil de gobernar, de dirigir ya que somos un pueblo sumiso y que se resigna a la voluntad ajena con facilidad. Si las cosas que se hacen estan bien o mal no tratamos de averiguarlo, simplemente nosotros describimos y que otros juzguen, pero nosotros no queremos pasar juicio por lo que sucede.

    Entre los puntos positivos que Salvador destaca del puertorriqueño están sus deberes nacionales y en esto somos un modelo. Si otros hermanos sufren pronto estaremos ahí para socorrerles y cuando se celebra alguna hazaña hay un gran júbilo y lo festejamos todo. Pero, por el contrario, en sus puntos negativos esta el que si se siente mal no acude a nadie para que lo ayude. «Si le dan, acepta; si le ofrecen, aguardan; si le burlan, se resigna. Vivimos en una continua resignación, con un conformismo inmenso, sin querer luchar y cambiar.. actuemos ya!! Por eso es que suelen vernos como unos bobos y quedao’s porque no trabajamos, ni unimos fuerza para el cambio, simplemente nos conformamos con decir «así somos nosotros». Es porque vivimos tan apegados a nuestras costumbres, que no damos muestra de corrección.

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