Puerto Rico: su transformación en el tiempo

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“We the People”. Comentarios introductorios

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 28 octubre 2009


  • Dr. José Anazagasty
  • Sociólogo

Jose_AnazagastyEl pasado 18 de octubre se proclamó públicamente el Día Conmemorativo del Cambio de Soberanía. Según se reportó en El Nuevo Día el documento establece que hace 111 años se izó por última vez la bandera española y se elevó por primera vez la estadounidense, como representación de la transferencia del control de la colonia por parte del gobierno español al estadounidense. Sobre ese cambio de soberanía el General Henry dijo en la ceremonia del “cambio de soberanía” el 18 de octubre de 1898:

Alcalde and citizens: To-day the flag of the United States floats as an emblem of undisputed authority over the island of Puerto Rico, giving promise of protection to life, of liberty, prosperity, and the right of worship God in accordance with the dictates of conscience. The forty-five States represented by the stars emblazoned on the blue field of that flag unite in vouchsafing to your prosperity and protection as citizens of the American Union.

Fueron muchos los puertorriqueños que celebraron aquel momento, precisamente porque para ellos la presencia de Estados Unidos representaba una garantía de democracia, progreso y modernización. Representaba además el establecimiento en Puerto Rico de un régimen laico, liberal e igualitario. Y es precisamente eso lo que celebra, según Kenneth McClintock, la proclama del Día Conmemorativo del Cambio de Soberanía. Para este, representante del gobernador en la graduación de 17 oficiales técnicos de la Guardia Nacional donde se hizo pública la proclama,

La llegada de esa bandera nos ha garantizado tantos derechos y privilegios en los pasados 111 años. Antes no había plena libertad de culto, no existía el derecho al ‘hábeas corpus’, no podías decirle hijo de lo que fuera a un gobernante ni te podías tirar a la calle a protestar.

Según McClintock es precisamente el régimen liberal inaugurado en Puerto Rico por los Estados Unidos el responsable de que ciudadanos como Residente de Calle 13 y la masa popular puedan protestar mediante paros o insultos las políticas del gobierno. Y que bueno que podamos hacerlo. Ciertamente, no podríamos ignorar los beneficios cívicos de ese régimen liberal. Pero las palabras de McClintock son interesantes no tanto por lo que emiten—la celebración de la inauguración de un alegado régimen liberal en Puerto Rico—sino mas bien por lo que omiten, por lo que excluyen.

Omiten que para muchos estadounidenses enarbolar la bandera ese octubre de 1898 era no solo afirmar la soberanía de su país sobre la isla sino además afirmar, desde una perspectiva patentemente etnocentrista, racista, e imperialista la alegada superioridad estadounidense sobre los puertorriqueños. Pero afirmar su superioridad era a su vez aseverar la inferioridad de los puertorriqueños. Y para ellos precisamente esa inferioridad—intelectual, física, cívica y moral—de los puertorriqueños era lo que demostraba que estos no estaban listos para el gobierno propio, para ese gobierno laico y liberal del que gozaban los estadounidenses.

Fue esa devaluación de los puertorriqueños —la que algunos asociamos a la alegoría maniquea—lo que caracteriza muchos de los libros sobre la isla escritos por varios estadounidenses poco después de la guerra hispanoamericana. Fue mi interés por esa alegoría lo que me llevó a unir fuerzas y recursos con Mario R. Cancel para realizar, con el auspicio de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades y la Universidad de Puerto Rico,  el seminario para educadores: Los Americanos y sus “Textos Imaginarios”: La Economía de la Alegoría Maniqueista y la Representación Americana de los Puertorriqueños, 1898-1926.  Nos propusimos ofrecer un seminario sabatino de siete días a educadores con el fin de brindarles la necesaria base teórica y practica para enriquecer su enseñanza de la historia de Puerto Rico y los Estados Unidos  a través del uso de una serie de libros de valor histórico publicados originalmente entre el 1898 y 1926, textos reimpresos en el 2005 por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades bajo el nombre We the People: Puerto Rican Series. Varios colegas, entre ellos Michael González, Aníbal J. Aponte, José E. Martínez, Camille Krawiec, Walter Díaz y Lanny Thompson, así como Mario Cancel y yo, ofrecimos varias charlas sobre el maniqueísmo de estos textos durante el seminario.

El libro que presentamos hoy, “We the People”: La Representación Americana de los Puertorriqueños, 1898-1926, recoge algunas de las ponencias ofrecidas por algunos de estos durante el seminario. Como lo resume la contraportada: “Este volumen recoge una serie de miradas alternativas a la invasión norteamericana del 1898. La interpretación de las textualidades generadas por los conquistadores, la construcción de una imagen de Puerto Rico sobre la base de una relación desigual y la utilización de esa imagen para justificar su presencia y articular la explotación del territorio conquistado, son el tema central de estos ensayos. Los textos de los invasores le dicen más al lector sobre ellos que sobre los puertorriqueños. Una reflexión necesaria después de un siglo de relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos. Y si algo pretendemos es que el libro nos ayude precisamente a reflexionar sobre la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Puerto Rico.

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Puerto Rico. Su transformación en el tiempo: una interpretación sociocultural de la historia de Puerto Rico

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 26 marzo 2009


  • Dr. Carmelo Rosario Natal, Ph. D
  • Historiador

Este es un libro que agarra al lector desde el saque y en el que los autores logran convertirnos en adictos. ¿Por qué? Porque te ofrecen un aperitivo al principio, que lo es el contenido mismo del capítulo que sea, y casi te obligan, con malicia y madura inteligencia pedagógica, a seguir buscando, explorando, pensando. Se revela un concierto de trabajo largo e intenso entre los autores y el editor, quienes se han propuestro ofrecer, en particular al estudiantado universitario, un texto general de historia de Puerto Rico a la altura de lo que va del siglo XXI. El resultado de esta muy bien planificada complicidad intelectual es un producto cultural de excelencia.

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Dr. Carmelo Rosario Natal

¿Cómo ubicar esta historia general de Puerto Rico en el contexto de la trayectoria historiográfica reciente del género? No es necesario mencionar las principales obras y autores conocidos de las dos últimas décadas y media. Basta con decir que los esfuerzos conducen, a mi juicio, a los libros más logrados hasta la fecha que precede a la publicación que se bautiza esta noche; a saber el de Francisco Scarano (historia general) y el de Rafael Bernabé y César Ayala (historia del siglo XX). En la primera se articula magistral mente lo mejor de la historiografía en una panorámica con intención y diseño pedagógico y en la segunda, en el idioma inglés, se pretende llegar a un público más amplio desde una perspectiva culturalista y globalista en la que la historia de los puertorriqueños dispersos en el siglo XX se considera una sola en la medida en que el Puerto Rico isleño y el de la díáspora (a los Estados Unidos, hay que aclarar, porque la diáspora mundial queda como un enorme reto) se plantean unitariamente como dos aspectos de una misma realidad cultural. 

El libro de esta noche recoge lo mejor de los aportes precedentes, y a su vez añade perspectivas y estrategias novedosas y retantes. Su orientación pedagógica es explícita. Es un libro de historia general para estudiantes universitarios de bachillerato, y orientado desde una perspectiva de pensamiento crítico, internacionalista, global y muy consciente de las posibilidades utilizables de la era cibernética. Los autores cumplen perfectamente con el compromiso contraído al principio. Cada capítulo es una interesante combinación de material informativo y de reflexión en torno a sus implicaciones para el momento histórico dado, y también, a menudo, para el presente inmediato. Esta operación se percibe en forma equivalente en el abundantísimo y rico material gráfico, en el cual se combinan el pasado y el presente de forma poco usual. El estudiante y el estudioso en general, asi se planifica, tendrán siempre el reto de pensar en la relación pasado/presente, acostumbrándose así a estudiar de forma reflexiva en general, y comparativa en particular. 

Las alternativas prácticas son variadas: la lectura expositivo-analítica en sí; los complementos gráficos; los materiales interdisciplinarios que se sintetizan como breves lecturas al margen; las invitaciones a las conexiones cibernéticas y a las exploraciones en el bien organizado disco compacto. Se trata de un repertorio múltiple de recursos que revela un inmenso trabajo de parte de los productores y que deberá mantener a los estudiantes en movimiento intelectual constante. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto un libro de este género, que promete y cumple. Es además, un buen antisomnífero. El abundante arsenal gráfico presentra muchas fotografías poco conocidas o desconocidas, que además de ilustrar el texto, por sí mismas pueden invitar a discusiones y debates en torno a sus respectivos contextos. No es menos importante el caudal de gráficas y estadísticas que saltan a la vista, como forzando al lector a no soslayar este importante renglón para la mejor comprensión de los planteamientos. El resultado es, no importa el peso físico algo incómodo del libro, un bello instrumento de información, aprendizaje y estudio pensante de una materia sobre la cual muchos estudiantes han hablado pestes por demasiado tiempo, por las formas aburridas y poco imaginativas con que se ha enseñado la historia. Esperamos que este aporte contribuya significativamente a sacudir tales disgustos. Intereso saber cómo le va a a los autores con sus estudiantes sobre este particular. 

Al igual que la orientación pedagógica, la perspectiva historiográfíca del libro es explícita. El énfasis es en el desarrollo cultural. Ello es evidente en la cantidad y variedad de materiales interdisciplinarios, tanto textuales como gráficos, en los que las distintas artes, aunque claramente privilegiándose a la literatura, tienen algún espacio. Pero el foco en la historia cultural en este caso no significa solamente el que se integre al texto a escritorecancel-libros y artistas. Se trata de una toma de posición historiográfica que se refiere a la corriente de historia cultural que se destaca como una de las más cultivadas internacionalmente, y que es el resultado de los debates que ha suscitado el polémico postmodernismo. La historia cultural que se perfila desde esta corriente más contemporánea y al día postula la búsqueda de formas integrales de hacer historia, en las que, de acuerdo con The Global Encyclopedia of Historical Writing (Vol. 1, 1998) «se incorpora la antropología cultural y la historia literaria con el fin de descodificar expresiones del pasado de toda índole.»[mi traducción] La historia cultural es intelectualmente «omnívora» y pretende bucear de maneras novedosas en los textos, los símbolos, los significados y el lenguaje. El historiador adquiere mayor conciencia de su importancia crítica en la construcción y la deconstrucción de su objeto y prefiere lo popular y cotidiano, en lugar de los tradicionales énfasis en la alta cultura de la élite. Del lado positivo, se tiende a destacar de la historia cultural su «apertura, el uso de la imaginación, y la capacidad de encontrar significados en señas antes desapercibidas» [mi traducción] (ibid.) 

No se logran estas metas teóricas en todo el libro: su naturaleza de texto general no es el escenario apropiado; pero se hace un interesante ejercicio al respecto, por ejemplo, en el capítulo XXII, «Frente al siglo XXI». Este es a mi juicio el capítulo mejor logrado. Se trata de un ensayo sesudo de profundidad y reflexión y bien balanceado en sus apreciaciones Aquí, recurren los términos «historiografía cultural» y «postmodernidad» aplicados a la aguda reflexión crítica sobre los temas predominantes del Puerto Rico actual, sus disyuntivas y posibilidades ante temas como: estatus político; sociedad civil; economía y globalización; neoliberalismo y privatización; ambiente y desarrollo, culminando con una bien pensado planteamiento sobre «la búsqueda de un nuevo modelo económico» en el cual las referencias a los fenómenos económicos internacionales como contexto de lo que ocurre en la isla es un novedoso y refrescante elemento. No es que esto no haya ocurrido en otros textos recientes, sino que en este caso, la reflexión es más completa y articulada. 

Un valor especial de la obra reside en el hecho de que prácticamente la mitad del texto se dedica al siglo XX y lo que va del XXI. Esto no es común, y es un factor que ayuda pedagógicamente hablando a suscitar mayor interés en el estudiante, puesto que la cercanía de los fenómenos históricos les pueden servir de referentes para su mejor autoubicación. Del mismo modo, vale destacar cómo a lo largo del libro, desde el siglo XIX, pero especialmente a partir de los eventos de 1898, se le da un especial destaque a la historia del separatismo, independentismo y nacionalismo, y en general de las resistencias anticolonialistas. Este énfasis, aunque algo desproporcionado con relación a la historia y otros movimientos políticos alternos, me parece que era necesario; precisamente como contrapeso del destaque acostumbrado de estos últimos. 

Señalo brevemente algunas otras instancias específicas de este texto general de historia de Puerto Rico, que a mi juicio le dan su toque y valor peculiar. Primero, la integración entre la geografía, la ecología, el desarrollo de la población y el crecimiento urbano. Luego, las continuas referencias, textuales y gráficas, a los escenarios amplios caribeños e hispanoamericanos. La capacidad de síntesis. El capítulo XXI, «Manifestaciones culturales a partir de la generación de 1950» es una buena síntesis de las principales tendencias más recientes de la literatura, las artes plásticas y la música, con algunos atisbos, solo atisbos, de la cultura popular, especialmente en la música. En el futuro, ya sea en revisiones y ampliaciones de este texto o en trabajos aparte, se deberá atacar ese amplio y complejo mundo de la cultura popular con mayor especialidad, precisamente dentro de los parámetros de la ya mencionada corriente internacional de la historia cultural. Otra característica notable lo es el uso inteligente que se hace de lo mejor de la amplia producción historiográfíca existente, la cual se refleja en una extensa y útil bibliografía. ¿Podría considerarse acaso para el futuro editorial de esta obra ubicar las bibliografías especializadas al final de cada capítulo? 

El distinguido amigo y escritor Luis López Nieves querría hacer más porosa de lo que es la frontera entre la historia y la literatura, al punto de proponer que a la primera se le considere el sexto género literario. Estoy casi seguro de que Luis no está pensando necesariamente en el «linguistic turn» famoso, sino que le entusiasman de verdad, como sabemos, las posibilidades para el conocimiento histórico de sus brillantes juegos, rejuegos y alteraciones de lo que pasó en la historia. Precisamente se le reconoce por esa habilidad, desde Seva hasta El corazón de Voltaire. No se me escapó el que nuestros autores incluyen una instancia muy sabrosa de esos rejuegos en la página 124, donde insertan un sobrio relato del historiador Arturo Morales Camón sobre el fallido ataque de Drake a San Juan en 1595, al lado del cual añaden una «ficción histórica» de López Nieves sobre un imaginado supuesto acto heroico de un miliciano de la capital. Me pareció un ejercicio interesante por lo inesperado, pero al mismo tiempo por provocar en mí pensamientos en torno a las posibilidades de tal estrategia. 

¿Nos merecemos los historiadores, según propone López Nieves, un sillón grandote al lado de los literatos? Sí, en cuanto nos acerquemos a la alta calidad literaria a que debemos aspirar los historiadores. Sí, en cuanto al uso cada vez más cultivado de la imaginación histórica a que debemos propender. Quizás, en cuanto a las posibilidades que para el historiador experimentado representan ciertos géneros narrativos con posibilidades como vehículos de conocimiento histórico. No, definitivamente no, en tanto todavía se deslindan claramente las fronteras de acción, objetivos y metodologías de cada género. De todos modos, la propuesta nos halaga a los historiadores. Los dos que reconocemos esta noche en su obra, son una honra para la profesión y también para las letras en Puerto Rico, ya que la alta calidad literaria de este libro es otra de sus virtudes. 

Les invito a leer este texto con detenimiento, a acercarse a las ilustradas proposiciones y habilidosas síntesis, análisis y provocaciones de los autores, y a utilizar los variados recursos pedagógicos a que acuden. Pienso que estamos ante un instrumento valioso que sirve para que parte de nuestros conocimientos previos se refresquen, enriquezcan y hasta se sacudan ante la invitación a la historia bien pensada y abierta que se nos hace. Lo que no es una característica común en obras de esta naturaleza.

Texto de la presentación leída en la Universidad del Sagrado Corazón, Santurce, PR, el 20 de marzo de 2009.

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Puerto Rico: su transformación en el tiempo. En torno a un libro

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 26 marzo 2009


  • Dr. Luis López Nieves
  • Universidad del Sagrado Corazón
  • Novelista y Escritor Residente

Con frecuencia vengo en contacto con hispanohablantes que no son puertorriqueños… y en la gran mayoría de los casos estas personas saben muy poco sobre Puerto Rico. Como resultado, en España me han hecho preguntas tan absurdas como “cuál es el idioma de Puerto Rico”. Obviamente no son escritores los que me hacen esta pregunta. Son personas que no conocen bien la cultura latinoamericana, aunque ha habido casos que realmente me han sorprendido. En el 1997, por ejemplo, estuve en el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española en Zacatecas, México, y un grupo de dos uruguayas y un uruguayo… que eran maestros de español en Uruguay… me preguntaron cuál era el idioma de Puerto Rico.

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Podríamos hablar durante horas sobre por qué nos hacen una pregunta tan obvia. Por un lado, gran parte de la imagen que el mundo recibe de nosotros no le llega desde Puerto Rico, sino por medio de la televisión o el cine norteamericanos. Y no tengo que explicarles a ustedes el papel que los medios de Estados Unidos siempre nos asignan a nosotros: normalmente somos criaturas patéticas, marginales, metidas en arrabales, matones, putas, etc.

Por otra parte, tenemos el problema político de que carecemos de representación ante el mundo. No tenemos embajadores, cónsules ni nadie que le diga a la comunidad internacional realmente quiénes somos.

Por tanto, cada vez que me hacen este tipo de pregunta deprimente, o cuando me expresan curiosidad por la historia o la cultura de Puerto Rico, explico lo que puedo… y lo hago con gusto y convicción… pero es claro que no puedo explicar durante una conversación breve o en un correo electrónico todo lo que significa ser puertorriqueño. No puedo explicar cuál es nuestra cultura, nuestra situación política, nuestro contexto sociológico… y mucho menos puedo contar lo que ha transcurrido durante los últimos 500 años.

Tengo una amiga holandesa que hace varios años me regaló un fascinante libro sobre quiénes son los holandeses. Cuando terminé de leerlo me quedé con una visión bastante clara de los orígenes de esa nación, de su cultura, idioma, etc. De todos los países pequeños de Europa, probablemente es el que mejor conozco, precisamente gracias a ese excelente libro que me regalaron.

Desde entonces, siempre he deseado un libro semejante para Puerto Rico. Un volumen que pudiera enviarle a mis amigos en España, en Uruguay o en la misma Holanda, para explicarles en detalle… y desde nuestra perspectiva… quiénes somos. Durante años he buscado en las librerías de Puerto Rico este libro imaginario o imaginado que no existía… pero gracias a Mario R. Cancel y a Héctor Feliciano Ramos, al fin ha llegado el libro que yo buscaba: Puerto Rico: su transformación en el tiempo. Este libro lo dice todo sobre nosotros. Y no uso la palabra “todo” gratuitamente. En realidad lo dice todo.

Cuando me pidieron que hiciera la presentación esta noche, me dijeron que se trataba de un libro de historia de Puerto Rico. Luego me hicieron llegar el libro y eso fue lo que me senté a leer. Aunque esta noche tuve el honor de conocer a uno de los autores, Héctor Feliciano Ramos, a Mario R. Cancel, el otro autor, lo conozco desde hace mucho tiempo. Sé que es un escritor excelente y uno de los principales historiadores de Puerto Rico, así que empecé a leer el libro con la certeza de que sería un buen libro de historia de Puerto Rico. Un excelente libro de historia de Puerto Rico. Pero me he llevado la grata sorpresa de encontrarme con mucho más: al fin he hallado menos que el libro que durante muchos años había deseado, imaginado y hasta soñado.

Más que un simple texto de historia de Puerto Rico, lo que he tenido el placer de leer durante estas últimas semanas es en realidad una historia total de la cultura puertorriqueña. ¿Historia de Puerto Rico? Aquí está. ¿Historia de la literatura puertorriqueña? Aquí está. ¿Historia de las transformaciones sociales de Puerto Rico? Aquí está. ¿Historia política de Puerto Rico? Aquí también está. Etcétera.

Pocos libros puertorriqueños he leído en mi vida con tanto entusiasmo como Puerto Rico: su transformación en el tiempo porque, como si fuera poco, está redactado en un estilo tan claro y accesible que se lee con mucho placer.

En mi experiencia los libros de historia suelen dividirse en dos grupos. Por un lado, la historia para eruditos. Son libros muy serios, con muchas notas al calce y muy documentados, pero normalmente son aburridísimos, escritos por y para expertos.

Por otra parte están los libros históricos de divulgación masiva. Son mucho más divertidos, a veces se leen como novelas, pero normalmente carecen de rigor intelectual. Dicen cosas superficiales o tontas como “el rey fulano perdió el reino porque el día de la batalla tenía úlceras”. Suena dramático y novelesco, por supuesto, pero es una aseveración que no se puede tomar en serio.

Lo que me ha fascinado de este volumen de Cancel y Feliciano Ramos es que se trata de un libro minuciosamente documentado, escrito con gran rigor intelectual, con gran imparcialidad, pero que se lee con mucho gusto gracias a la manera en que han organizado el material… gracias a la redacción clara y al grano… y gracias también al dinámico diseño gráfico que incluye muchísimas ilustraciones, recuadros, mapas, tablas, retratos y otros elementos que convierten la lectura en una aventura deliciosa.

Y no se trata de un libro sólo para estudiantes o para mis amigos en el extranjero que no saben mucho sobre Puerto Rico, porque en realidad ofrece una visión nueva de nuestra cultura, una mirada actualizada, que satisface incluso a los que ya conocen bastante sobre la historia nuestra. Una cosa son los datos… y estos dos autores ofrecen muchos datos. Pero más importante aún es la contextualización y la interpretación de los datos… lo cual estos dos autores llevan a cabo de forma magistral y refrescante.

Me alegra mucho saber que a partir de hoy los estudiantes de Puerto Rico, ya sea a nivel preuniversitario o universitario, al igual todos los lectores, al fin tendremos acceso a un libro que en la mejor tradición de los grandes historiadores universales nos explica de dónde hemos venido, dónde estamos y hacia dónde queremos llegar.

Eso es lo que nos ofrece este libro: la primera historia de Puerto Rico escrita para el siglo XXI. La próxima vez que alguien quiera saber quiénes somos los puertorriqueños, gracias a Cancel y Feliciano Ramos por fin existe un libro que podré regalar o recomendar con la tranquilidad de que los lectores recibirán una visión completa y digna de lo que somos… y, de paso, no me insultarán por haberles regalado un libro para especialistas, sino que me darán las gracias por haber pasado varios días de lectura apasionante.

Felicito a los autores. También le agradezco al presidente de la Editorial Cordillera, Adolfo López, el haber apoyado con los recursos de su editorial un proyecto de esta envergadura. Es un libro hermoso, atractivo, que además de un contenido como ya he explicado, también deja una clarísima imagen visual de muchas etapas y aspectos de nuestra historia, gracias a la excelente diagramación, a las gráficas y a un cederrón que convierte este libro en una experiencia interactiva que desborda el texto.

En fin, muchas felicidades a Mario R. Cancel y a Héctor Feliciano Ramos por haber creado un libro imprescindible. Una vez leí que en los libros reside el alma entera del pasado. En el caso de Puerto Rico: su transformación en el tiempo, en sus páginas residen las almas de cuatro millones de puertorriqueños que hoy vivimos en nuestro querido país… y las de todos los seres humanos que durante los últimos 500 años se han llamado a sí mismos puertorriqueños.

Presentado en la Universidad del Sagrado Corazón, el 20 de marzo de 2009.

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