Puerto Rico: su transformación en el tiempo

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Puerto Rico: su transformación en el tiempo. En torno a un libro

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 26 marzo 2009


  • Dr. Luis López Nieves
  • Universidad del Sagrado Corazón
  • Novelista y Escritor Residente

Con frecuencia vengo en contacto con hispanohablantes que no son puertorriqueños… y en la gran mayoría de los casos estas personas saben muy poco sobre Puerto Rico. Como resultado, en España me han hecho preguntas tan absurdas como “cuál es el idioma de Puerto Rico”. Obviamente no son escritores los que me hacen esta pregunta. Son personas que no conocen bien la cultura latinoamericana, aunque ha habido casos que realmente me han sorprendido. En el 1997, por ejemplo, estuve en el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española en Zacatecas, México, y un grupo de dos uruguayas y un uruguayo… que eran maestros de español en Uruguay… me preguntaron cuál era el idioma de Puerto Rico.

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Podríamos hablar durante horas sobre por qué nos hacen una pregunta tan obvia. Por un lado, gran parte de la imagen que el mundo recibe de nosotros no le llega desde Puerto Rico, sino por medio de la televisión o el cine norteamericanos. Y no tengo que explicarles a ustedes el papel que los medios de Estados Unidos siempre nos asignan a nosotros: normalmente somos criaturas patéticas, marginales, metidas en arrabales, matones, putas, etc.

Por otra parte, tenemos el problema político de que carecemos de representación ante el mundo. No tenemos embajadores, cónsules ni nadie que le diga a la comunidad internacional realmente quiénes somos.

Por tanto, cada vez que me hacen este tipo de pregunta deprimente, o cuando me expresan curiosidad por la historia o la cultura de Puerto Rico, explico lo que puedo… y lo hago con gusto y convicción… pero es claro que no puedo explicar durante una conversación breve o en un correo electrónico todo lo que significa ser puertorriqueño. No puedo explicar cuál es nuestra cultura, nuestra situación política, nuestro contexto sociológico… y mucho menos puedo contar lo que ha transcurrido durante los últimos 500 años.

Tengo una amiga holandesa que hace varios años me regaló un fascinante libro sobre quiénes son los holandeses. Cuando terminé de leerlo me quedé con una visión bastante clara de los orígenes de esa nación, de su cultura, idioma, etc. De todos los países pequeños de Europa, probablemente es el que mejor conozco, precisamente gracias a ese excelente libro que me regalaron.

Desde entonces, siempre he deseado un libro semejante para Puerto Rico. Un volumen que pudiera enviarle a mis amigos en España, en Uruguay o en la misma Holanda, para explicarles en detalle… y desde nuestra perspectiva… quiénes somos. Durante años he buscado en las librerías de Puerto Rico este libro imaginario o imaginado que no existía… pero gracias a Mario R. Cancel y a Héctor Feliciano Ramos, al fin ha llegado el libro que yo buscaba: Puerto Rico: su transformación en el tiempo. Este libro lo dice todo sobre nosotros. Y no uso la palabra “todo” gratuitamente. En realidad lo dice todo.

Cuando me pidieron que hiciera la presentación esta noche, me dijeron que se trataba de un libro de historia de Puerto Rico. Luego me hicieron llegar el libro y eso fue lo que me senté a leer. Aunque esta noche tuve el honor de conocer a uno de los autores, Héctor Feliciano Ramos, a Mario R. Cancel, el otro autor, lo conozco desde hace mucho tiempo. Sé que es un escritor excelente y uno de los principales historiadores de Puerto Rico, así que empecé a leer el libro con la certeza de que sería un buen libro de historia de Puerto Rico. Un excelente libro de historia de Puerto Rico. Pero me he llevado la grata sorpresa de encontrarme con mucho más: al fin he hallado menos que el libro que durante muchos años había deseado, imaginado y hasta soñado.

Más que un simple texto de historia de Puerto Rico, lo que he tenido el placer de leer durante estas últimas semanas es en realidad una historia total de la cultura puertorriqueña. ¿Historia de Puerto Rico? Aquí está. ¿Historia de la literatura puertorriqueña? Aquí está. ¿Historia de las transformaciones sociales de Puerto Rico? Aquí está. ¿Historia política de Puerto Rico? Aquí también está. Etcétera.

Pocos libros puertorriqueños he leído en mi vida con tanto entusiasmo como Puerto Rico: su transformación en el tiempo porque, como si fuera poco, está redactado en un estilo tan claro y accesible que se lee con mucho placer.

En mi experiencia los libros de historia suelen dividirse en dos grupos. Por un lado, la historia para eruditos. Son libros muy serios, con muchas notas al calce y muy documentados, pero normalmente son aburridísimos, escritos por y para expertos.

Por otra parte están los libros históricos de divulgación masiva. Son mucho más divertidos, a veces se leen como novelas, pero normalmente carecen de rigor intelectual. Dicen cosas superficiales o tontas como “el rey fulano perdió el reino porque el día de la batalla tenía úlceras”. Suena dramático y novelesco, por supuesto, pero es una aseveración que no se puede tomar en serio.

Lo que me ha fascinado de este volumen de Cancel y Feliciano Ramos es que se trata de un libro minuciosamente documentado, escrito con gran rigor intelectual, con gran imparcialidad, pero que se lee con mucho gusto gracias a la manera en que han organizado el material… gracias a la redacción clara y al grano… y gracias también al dinámico diseño gráfico que incluye muchísimas ilustraciones, recuadros, mapas, tablas, retratos y otros elementos que convierten la lectura en una aventura deliciosa.

Y no se trata de un libro sólo para estudiantes o para mis amigos en el extranjero que no saben mucho sobre Puerto Rico, porque en realidad ofrece una visión nueva de nuestra cultura, una mirada actualizada, que satisface incluso a los que ya conocen bastante sobre la historia nuestra. Una cosa son los datos… y estos dos autores ofrecen muchos datos. Pero más importante aún es la contextualización y la interpretación de los datos… lo cual estos dos autores llevan a cabo de forma magistral y refrescante.

Me alegra mucho saber que a partir de hoy los estudiantes de Puerto Rico, ya sea a nivel preuniversitario o universitario, al igual todos los lectores, al fin tendremos acceso a un libro que en la mejor tradición de los grandes historiadores universales nos explica de dónde hemos venido, dónde estamos y hacia dónde queremos llegar.

Eso es lo que nos ofrece este libro: la primera historia de Puerto Rico escrita para el siglo XXI. La próxima vez que alguien quiera saber quiénes somos los puertorriqueños, gracias a Cancel y Feliciano Ramos por fin existe un libro que podré regalar o recomendar con la tranquilidad de que los lectores recibirán una visión completa y digna de lo que somos… y, de paso, no me insultarán por haberles regalado un libro para especialistas, sino que me darán las gracias por haber pasado varios días de lectura apasionante.

Felicito a los autores. También le agradezco al presidente de la Editorial Cordillera, Adolfo López, el haber apoyado con los recursos de su editorial un proyecto de esta envergadura. Es un libro hermoso, atractivo, que además de un contenido como ya he explicado, también deja una clarísima imagen visual de muchas etapas y aspectos de nuestra historia, gracias a la excelente diagramación, a las gráficas y a un cederrón que convierte este libro en una experiencia interactiva que desborda el texto.

En fin, muchas felicidades a Mario R. Cancel y a Héctor Feliciano Ramos por haber creado un libro imprescindible. Una vez leí que en los libros reside el alma entera del pasado. En el caso de Puerto Rico: su transformación en el tiempo, en sus páginas residen las almas de cuatro millones de puertorriqueños que hoy vivimos en nuestro querido país… y las de todos los seres humanos que durante los últimos 500 años se han llamado a sí mismos puertorriqueños.

Presentado en la Universidad del Sagrado Corazón, el 20 de marzo de 2009.

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Puerto Rico: Su transformación, en el tiempo. Memorias para marcar la piel

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 19 septiembre 2008


  • Dra. Anayra Santory
  • Departamento de Humanidades

Hacía ayer tanto calor que la pregunta retórica de siempre —»¿hace calor, o soy yo?»—me pareció más boba que de costumbre. Consideré que había que sustituirla con un recurso conversacional más serio, con una pregunta casi enjundiosa. «No te parece,» musité «¿que éste ha sido el día más caliente del verano?»  No obtuve respuesta.  Me contestó una mirada incierta que parecía concluir que es imposible comparar el calor de cada día.  Me atuve al silencio.  Después de todo los «calores» son como la historia, son siempre de alguien y dependen de la fragilidad de sus memorias. ¿Cómo comparar uno con otro?  Hacia calor y por el momento no había más elaboración posible. Quizás la habrá mañana, me dije.  Quizás mañana atemos con un hilo imperceptible el calor de ayer con la tragedia que se cernía ominosa sobre una abatida Nueva Orleáns.  De haber resultado ciertos los peores pronósticos, el calor efímero retornarla a mi imaginación como una especie de ave de mal agüero.  Saltarla de mi piel para marcar la fragilidad de mi memoria.  Quedarla impreso junto a las imágenes vespertinas de las ráfagas distantes. «Gustav ocurrió un día de intenso calor», habría recordado. Mientras aguardaba por las noticias de las seis pensaba en el tenue hilo con el que caprichosamente se tejen las memorias.

El libro de Mario Cancel y Héctor Feliciano Ramos, «Puerto Rico: su transformación en el tiempo” nos propone una ruta inversa a la del calor que recordamos si el dia termina en tragedia. Este libro seductor escrito a dos manos, o mejor dicho, compuesto a dos manos como el collage de dos artistas, me ofrece memorias que  aunque ajenas van quedándoseme impresas.  Las memorias de éste libro son memorias que saltan a la piel.  No son memorias cualesquiera, son memorias patrimoniales. Son nuestras como es nuestra una herencia. Como todas las herencias, constituyen un regalo y a la vez una explicación. Explican un poco quienes somos.  Y mientras no se rechacen, como toda herencia ofrecen una identidad.  Descubro que si las reclamo para mi, estas memorias se vuelven vicarias, memorias que otro tuvo en nuestro  lugar. Calores ajenos que se vuelven propios.  Imposible, por lo tanto, enfrentarse a estas páginas con frialdad o distancia.  Después de todo, tampoco seria apropiado.  Ante la lectura de un testamento, hay siempre cierto grado de nerviosismo y reverencia y así me acerco a este libro.  Así acepto, capitulo tras capitulo, las deudas contraídas por el legatario anónimo y así acepto también sus bienes.  Trato de dejarme transformar por lo que estas memorias han testado.  Me voy preguntando como he vivido sin ellas.  Me siento como los robots de Blade Runner cuando descubren que las memorias de la infancia que atesoran no son suyas, que le han sido implantadas. ¿Quién he sido? ¿Quién he dicho ser?  ¿Cómo he andado por el mundo vacía de estas memorias ajenas?

pr1¿Cómo he podido desconocer los pocos nombres que se recuerdan de los esclavos que conspiraron y se rebelaron en nuestro lugar? Y digo en «nuestro lugar» en más de un sentido.  Primero, porque conspiraron en el lugar que llamamos nuestro, Puerto Rico; y segundo, porque queremos creer que en «su lugar» nosotros también hubiéramos conspirado.  Marcos Xiorro, Antonio Congo, Jaime Bangua, Goleta, Sogui, Goa, Dan, Bernabé, Enrique Longobá: ¡Presentes! Luchadores todos de la primera mitad de nuestro siglo XIX por su libertad, por su igualdad, por la posibilidad misma de cualquier fraternidad con los blancos.  ¿Cómo no recordar también a los hombres y mujeres que sufriendo en carne propia su condición de vasallos, y viviendo sin los derechos más elementales a la palabra o a la reunión declararon como prioridad concomitante a la suya, la libertad de sus hermanos más indefensos y recurrieron a todos los medios -legales e ilegales— para liberarlos? ¿Cómo desconocer, por ejemplo, a quienes valientemente presentaron en abril de 1867 ante las autoridades españolas el famoso Proyecto para la Abolición de la Esclavitud en Puerto Rico a pesar de que quedaba expresamente prohibida en la agenda esta discusión y a pesar de la disidencia de parte de la delegación puertorriqueña y cubana?  Segundo Ruiz Belvis, José Julián Acosta, Francisco Mariano Quiñones: ¡Presentes! ¿Cómo olvidar a Betances, orgulloso de ser «prietuzco», maestro en todas las artes que llevan a la libertad? ¿O al maestro de José Julián Acosta, Rafael Cordero, tabaquero negro y fundador de una de las cuatro escuelas para niños con las que nos amaneció el siglo XIX? ¿Por qué no sabía yo que la hermana de éste Celestina abrió una escuela para niñas casi 20 años antes que su tan mal recordado hermano?  ¡Cuánto bien nos salió de esas primeras letras impartidas por manos negras a niños negros y blancos!

Es tan corto este testamento -corto a pesar de las 500 páginas frente a mí— que creo poder compensar los años perdidos aprendiéndolo de memoria.  Quiero hacer de estas memorias legadas, memorias propias.  Quiero que estas memorias ajenas, vicarias y ahora mías marquen mi piel.

“Puerto Rico: su transformación en el tiempo» nos regala memorias hechas de piedra, papel y tijeras.  Memorias que saltan de registros formados por el barro y la piedra, por las letras olvidadas en el papel de las cartas, por las marcas en la piel de los esclavos, memorias recientemente recortadas por tijeras.  Las memorias que elaboran los autores comienzan en el Cretáceo Superior de la Era Mesozoica, cuando surgieron, casi con el tiempo mismo, esas estructuras antidiluvianas que los geólogos denominan el Batolito de San Lorenzo y el Complejo de Utuado. Comparable a la hazaña del director chino Zhang Yimou en su magistral condensación fílmica de 5,000 años de historia de la China al inicio de las Olimpiadas, nuestros autores reman del cretáceo hasta la orilla del presente.  Se detienen en la antepenúltima página del libro que publican ante una nueva formación de piedra, ésta vez del paleolítico jurídico puertorricense: el Paseo Caribe.  Lo proponen como ejemplo de la confrontación entre aquellos que defienden el escenario natural que tomó millones de años formar y los que lo consideran telón de trasfondo para sus oportunidades de ganancia.  Mencionan de un lado a Tito Kayak, del otro… la lista de compradores la ofrece Claridad en la página 5 de la edición del 21 al 27 de agosto del presente año.  Olvidan nuestros autores mencionar lo que he aprendido en páginas anteriores.  Que muy cerca de ahí precisamente, y utilizando a San Jerónimo como apoyo, se libraron en 1797 las primeras batallas de milicianos puertorriqueños en la defensa de una tierra que sentían suya, aunque su gobierno estuviese en otras manos.  Nos cuentan: Más que la expulsión de los invasores ingleses, la importancia del hecho es que fue la primera vez que sectores considerables del pueblo puertorriqueño, aunaban esfuerzos para defender masivamente «su propia patria» … Aunque hubo ocasiones en las que los hijos del país siempre hablan demostrado su valentía, en 1797 fue otra cosa muy diferente.  No se debió pensar únicamente en enfrentar y salir de un peligro inminente como era la invasión inglesa, sino que afloró una conciencia nueva por la que la gente debió tener claro que una victoria de los ingleses significarla la introducción en el país de cambios muy profundos. A eso, pensamos, no estaban dispuestos los puertorriqueños. (133) Paseo Caribe, en su modernidad depredadora de los bienes colectivos que son los recursos marítimo-terrestres, depreda también el muy tangible espacio de unas memorias intangibles.  El Tribunal Supremo de Puerto Rico, que no está para historias, desconsidera esta dimensión de los terrenos bajo litigio y nos compensa con un callejoncito escénico hacia el lugar de los hechos. Nuestro patrimonio queda reducido a un callejón.  Más logró en 1797 un tal «Pepe Díaz, el soldado más valiente que el Rey de España tenía.»

El libro que presentamos ante ustedes, aunque sirva de testamento, no debe confundirse en su forma.  Reiteramos, es un libro seductor.  Se abre lleno de fotos, ilustraciones, rutas y mapas en un afán por no imponerse, por ser polifónico, por invitarnos a jugar y a dejarnos seducir por la mirada.  A diferencia de los demás libros para adultos, éste no reclama que fijemos la atención en un sólo punto gris. Ni que nos movamos monótonamente de derecha a izquierda, de arriba hacia abajo. Al contrario, abrir las páginas de este libro es enfrentarse a una misteriosa fuerza centrifuga.  En cada esquina nos incita a ponerlo un lado y a seguir un rastro en la virtualidad de la web o en el mundo paralelo que trae contenido en un CD.  Más que libro, este libro quiere ser puerta y no puerta ornamental, orgullosa de sí, sino indispensable puerta de escape.

Decía Arcadio Díaz Quiñones en su ensayo La Memoria Rota que al final, “en todo enfrentamiento crítico del pasado late implícita la esperanza de un nuevo comienzo».  Los autores concurren y apuestan sin decirlo a los efectos acumulativos que tendrá el que muchos atraviesen la puerta de su libro y crucen a ese universo ignoto de memorias ajenas que son también nuestras.  Y apuestan a que de allí surgirán gentes con una nueva voluntad de presente. Si así ocurriera, el presente tendría que ser distinto, y no por alguno de los cataclismos que ahora parecen inevitables, sino por una refrescada apreciación de nuestras encerronas.  A lo mejor simplemente porque nos cae de pronto un cansancio de siglos y por que se hará inevitable sacudírnoslo para seguir viviendo. O a lo mejor porque reconoceremos las múltiples ocasiones que hemos andado en círculos.  Como por ejemplo, en torno a la discusión del tema del status.   En uno de sus mejores capítulos los autores explican en detalle y concluyen valientemente lo que ni todavía el gobernador del país se atreve a afirmar.

(…) que la Ley 600 (Ley de Relaciones Federales con Puerto Rico) sólo se aprobó para permitir cambios en el gobierno interno del país, lo que se encomendó al pueblo y a la Asamblea Constituyente que se organizara según lo estipulado; pero las relaciones políticas y económicas entre los dos países quedaron intactas, como se hablan establecido por las leyes Foraker (1900) y Jones (1917). (350)

Y que por consiguiente, las relaciones entre ambos países se encuentran «más o menos en el mismo punto en que las dejó la Ley Foraker a principios del siglo XX.» (505)

Pero los ejemplos que hacen que el presente se parezca casi misteriosamente al pasado trascienden la improductividad de las estrategias oficiales para zanjar el asunto del status. Parecen amontonarse los informes acerca de la realidad del país: desde la Memoria de Melgarejo en 1582, los informes  de Alejandro O’Reilly en 1765, los Informes ante la Junta Informativa de Reformas en 1866, el Plan Chardón de 1934, dos informes de la Brookings Institution, uno en el siglo XX y otro en el que recién estrenamos. En fin, a excepción de la Cuba de los planes quinquenales debemos ser la sociedad más estudiada del Gran Caribe.

Igualmente semeja ser también un fenómeno de hondas raíces el entrecruce constante en nuestro país entre la ilegalidad y la legalidad, entre la oficialidad y la «brega», entre la más alta alcurnia y lo que hoy llamamos ciertos aspectos de la «economía informal» y antes denominábamos meramente como contrabando. Fue Miguel Henríquez, y no otro, mulato y zapatero de oficio el primer millonario puertorriqueño, dueño de una flota de barcos, y quien, a pesar de los dudosos orígenes de su fortuna recibiera del rey Felipe Ven 1713 los títulos de Capitán de Mar y Tierras y Caballero de la Real Efigie (153).  Si ponemos a un lado el importantísimo aspecto de la utilidad social del contrabando en el siglo XVIII, el escándalo de Coquito y los narco-legisladores desaparece ante cualquier intento de comparación, sin que logre, claro está, condonación alguna.

Por último, quisiera señalar la lucha desesperada por los pocos espacios «de influencia», según el decir de nuestros autores que existen desde el comienzo de nuestra vida colectiva.  Aparentaría ser que donde el gobierno propio es tan limitado, cualquier cuota de poder se disputa a muerte.  «A mediados del siglo XVI,» dicen Cancel y Feliciano, -como a principios del XXI, añado yo—en Puerto Rico se produjeron una serie de controversias por los reducidos espacios de poder que existían más allá de los que controlaban los gobernadores y obispos.  …Una de estas áreas fue la posesión de tierras […] Otro campo de batalla política fue el control de los dos ayuntamientos isleños y de los puestos de regidores, alcaldes ordinarios y otros cargos.  Un último escenario de estas luchas fue el religioso. (120) Cualquier parecido con la lucha desesperada de Castro Font o Acevedo Vilá por los espacios en sus respectivos partidos es de seguro producto de una febril imaginación que lleva ya demasiado tiempo transitando por estas memorias. Escapo el ejercicio de ver el presente en los registros del pasado y me acojo al consejo final de nuestros amigos que nos advierten que a pesar de la importancia de la historia, y la desvalidez de carecer de las más elementales memorias, «lo fundamental es que todos comencemos a pensar sobre el tiempo que se vive, desde el tiempo que se vive.»  Por que después de todo, «lo más complejo es apropiar el presente pero, dada la situación, esa es una responsabilidad que no podemos evitar.»

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Puerto Rico: Su transformación en el tiempo de Mario R. Cancel y Héctor R. Feliciano. Comentarios Preliminares.

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 19 septiembre 2008


 

Dr. José Anazagasty Rodríguez

Departamento de Ciencias Sociales

 

Cuando Mario R. Cancel me pidió que comentara Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo, y habiendo leído y revisado otros de sus escritos, accedí entusiasmado.  Además, también había tenido la oportunidad de conocer Héctor R. Feliciano, quien había enseñado cursos de historia en nuestro Departamento de Ciencia Sociales. Lo que no sabía era que tendría tan poco tiempo para leer y revisar el libro. Es por ello que mis comentarios sobre el mismo son el resultado de una lectura inicial del mismo y, por ende, preliminares. Lamentablemente, solo tuve la oportunidad de leer varios de sus capítulos antes de esta presentación.

Aunque no he leído todo el texto ya me atrevo a señalar que Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo es un libro excelente. Y, créanme, es difícil que yo me exprese así de un libro de texto.  Confieso que no me gustan los libros de texto; es muy raro que los utilice en mis cursos.  De hecho, para mis cursos de sociología, aun no he encontrado un libro de texto con el que me sienta satisfecho. Y los de historia tampoco son del todo satisfactorios. Es por ello que mientras leía Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo recordé otro libro, uno de esos títulos controversiales, que había utilizado en mis cursos de culturas estadounidenses y estudios étnicos en Washington State University. Se trata de Lies My Teacher Told Me de James W. Loewen.

En ese libro Loewen examina los libros de texto utilizados en las escuelas superiores estadounidenses para concluir que la mayoría contiene errores y omisiones, muchas de las cuales responden a la posición ideológica y nacionalista de sus autores. Sin embargo, sabemos muy bien, que esos errores y omisiones no se limitan a los libros de textos utilizados en escuelas superiores y tampoco se limitan a libros de la historia estadounidense. Aunque un estudio similar no se ha hecho en Puerto Rico, me atrevo a plantear como hipótesis que lo mismo ocurre con los libros de texto puertorriqueños, incluyendo los utilizados en las universidades del país. Pero ese no es el caso Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo.

Loewen comienza su libro planteando que la mayoría de los estudiantes de escuela superior odian los cursos de historia. Pero esto es también cierto de muchos estudiantes universitarios. Muchas veces escuchamos a nuestros estudiantes decir que los cursos de historia (y también los de las otras ciencias sociales y las humanidades) son irrelevantes y, sobre todo, aburridísimos. Si pudieran evitar tomar esos cursos lo harían con mucho gusto. Y cuando se ven obligados a tomarlos parece que reprimen lo aprendido, ya que muchos de ellos desconocen eventos, procesos y detalles importantes de nuestra historia. 

Para Loewen la actitud de los estudiantes es consecuencia de los libros de texto alrededor de los cuales son diseñados la mayoría de los cursos de historia. Estos cursos giran alrededor de esos libros.  Pero para muchos estudiantes esos libros son aburridísimos y muy extensos. Y la verdad es que la mayoría son pesados, y no solo en contenido. Es que de verdad pesan. Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo, por ejemplo, pesa poco más de 2 libras, y es extenso, sobre unas 500 paginas. Pero contrario a los libros descritos por Loewen su contenido esta muy lejos de ser pesado. Es un texto fácil de leer pero su contenido es profundo e inquisitivo, producto de un excelente trabajo investigativo. Además, su icnografía es sorprendente y posee suplementos interesantísimos, incluyendo un CD-ROM muy útil.  Finalmente, esta muy lejos de ser aburrido. Las “sugerencias de investigación” serían un reto intelectual para cualquier estudiante y prometen discusiones interesantísimas en aquellos cursos que adopten el texto. Es mas, esas sugerencias muy bien podrían ser utilizadas por estudiantes en los cursos de investigación histórica. El texto incluye además paginas de información sobre temas que, utilizados de manera adecuada, enriquecerían las discusiones y debates en los salones de clase. Y los estudiantes muy bien podrían hacerlo por si mismos.

Otro problema con los libros de texto identificado por Loewen es que los mismos rara vez utilizan el presente para iluminar el pasado ni el pasado para iluminar el presente.  Por un lado, el presente nunca es una fuente de información para los autores. En contraste, Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo, dedica un capítulo al Puerto Rico contemporáneo y a lo largo del texto incluye temas de actualidad como el Corredor Ecológico, el avance de la bioeconomía en la isla,  la congestión vehicular, y hasta los impuestos sobre las ventas y uso, entre numerosos otros temas. También plantea estos temas de tal manera que permiten al lector establecer conexiones entre el presente y el pasado, utilizar eventos y procesos pasados para entender nuestro presente. Por ejemplo, en el capítulo 17, Cancel y Feliciano relacionan el estado actual de industria lechera, la industria avícola, la pérdida de terrenos fértiles y la decadencia de la agricultura, al desarrollismo y su parcialidad a favor del desarrollo industrial.

Por otro lado, Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo, permiten también lo opuesto, utilizar el presente para entender el pasado. Por ejemplo, en la pregunta 5 del capítulo 4 Cancel y Feliciano invitan a los lectores a examinar la situación actual de los extranjeros caribeños en el contexto de los procesos demográficos que caracterizan la isla. Y en las preguntas 6 y 7 del capítulo 5, los autores exhortan a los estudiantes a examinar la presencia de las tradiciones indígenas y africanas en el Puerto Rico de hoy.  Partiendo del presente los estudiantes se enfrenta a la larga y compleja historia de esas tradiciones.

Para Loewen la mayoría de los libros de texto promueven una pedagogía y procesos de enseñanza y aprendizaje inefectivos y que promueven la memorización de la información, la “botella” como dicen nuestros estudiantes. El libro de Cancel y Feliciano, sin embargo, podría ser utilizado de otra forma, una que promueva el pensamiento crítico y reflexiones inteligentes y perspicaces sobre la vida social puertorriqueña y sobre temas controversiales. En fin, el libro nos ayuda a establecer conexiones entre nuestro presente y el pasado.

Quiero, antes de terminar, destacar otras dos contribuciones importantes de Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo.  La primera, es que el texto, contrario a muchos otros textos de nuestra historia, expone a los lectores a nuestra historia ambiental.  Toma en cuenta el cambio ecológico en la narración histórica, sobre todo las transformaciones ambientales de las que somos responsables. Ciertamente, el libro no es un libro de historia ambiental pero dirige la atención a la relación entre esos cambios ambientales y nuestra historia. Por ejemplo, en el capítulo 1 establece una relación entre la historia de las diversas representaciones geográficas y geopolíticas de la isla y nuestra historia económica y política. Y en el capítulo 3, Cancel y Feliciano destacan nuestra relación con la naturaleza, y como la misma ha transformado el ambiente dramáticamente. Examinan como nuestras intervenciones en la naturaleza, la explotación de sus recursos, han provocado numerosos problemas socio-ambientales como la deforestación, la degradación de los abastecimientos de agua, y la contaminación. 

La otra contribución que quiero destacar es que Cancel y Feliciano, a través de Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo, también exponen a sus lectores a un excelente panorama de nuestra historia cultural, una historia muchas veces ausente en los textos de historia tradicionales. De hecho, el libro es descrito como “una interpretación socio-cultural de la historia de Puerto Rico.” Nuestra historia cultural penetra casi todos los capítulos del libro, siendo los más importantes los capítulos 10, 15 y 21 que versan sobre la historia cultural del siglo 19, la relación entre cultura y educación entre 1900 y 1940 y la historia cultural desde los años 50 hasta el presente, respectivamente.

En fin, Puerto Rico: Su Transformación en el Tiempo es un libro de texto excelente escrito por dos destacados historiadores que son además dedicados educadores.  Es también uno de esos libros de referencia que todos deberíamos tener en nuestras anaqueles privados. Les invito a adquirir una copia y leerlo. Y si es maestro y/o profesor de historia considere asignarlo a sus estudiantes.  No se arrepentirá de hacerlo.

 

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