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Archive for the ‘Esclavitud negra’ Category

La Economía de Hacienda Azucarera

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 5 marzo 2011


  • Mario R. Cancel
  • Historiador y escritor

 

Las Haciendas Azucareras fueron un tipo peculiar de empresa. Eran complejos de producción que controlaban la fase agraria y la fase industrial de la generación de un bien social. Su ingerencia en el mercado terminaba al momento de colocar el producto en el mercado internacional, momento en el que cedían el poder a los agentes de negocios y a los comerciantes. La fase agraria incluía la siembra, cultivo, cosecha y corte de la caña de azúcar. La fase industrial envolvía la molienda, procesamiento y empaque del producto. Los productos generados incluían azúcar y sus derivados, tales como miel de purga, alimento para animales, ron y abono. Se trataba de una empresa compleja que convirtió a los Hacendados en un signo interesante de poder social. En términos muy generales estaban estructurados como los Ingenios del siglo 16 y 17 en la medida en que integraban una finca de gran extensión y una fábrica.

Casa Grande de Hacienda la Esperanza en Manatí (1977)

Una característica de las Haciendas Azucareras usaban tecnologías baratas y simples por lo que  producían azúcar moscabada o morena. Muchas no tenían  capacidad para producir azúcar refinado o blanco por lo que su capacidad para competir en un Mercado que ya producía azúcar de remolacha o de resina de arce, era poca. Durante la época de oro de la Economía de Hacienda Azucarera en Puerto Rico, la superproducción del azúcar abarató el producto limitando los márgenes de ganancia de los empresarios.

Otra característica determinante fue que dependían de la mano de obra esclava importaba del extranjero o reproducida localmente. El Estado y la Iglesia apoyaban la reproducción del sistema esclavista. El primero toleraba el tráfico negrero a pesar de la campaña internacional contra el mismo y de los tratados que había firmado el reino de España para abolirlo. Por otro lado, el Derecho Civil y Eclesiástico actuaban en connubio y aceptaba la validez de lo que denomino la Doctrina del Vientre Esclavo: el hijo de una mujer esclava crecería como esclavo independientemente de la condición jurídica del padre. El encarecimiento de los esclavos, favoreció la integración de mano de obra libre o jornaleros en las tareas de las haciendas. Se trataba de un mercado laboral mixto.

Debo llamar la atención sobre el hecho de que las Reformas Económicas en la colonia  dependieron de la subsistencia de la esclavitud para funcionar e incluso, ratificaron su valor social. En 1834 había 41,814 esclavos activos. En  1846 había 51,256 suma que representa el  tope en la estadística. Desde aquel momento en adelante, su presencia física comenzó a disminuir.

La geografía de la Economía de Haciendas Azucareras ofrece pistas sobre el desarrollo urbano de Puerto Rico en la primera mitad del siglo 19. Como se sabe, proliferó en la zona costanera: Mayagüez, Ponce y Guayama fueron tres de los más significativos grandes centros del dulce. Hacia 1850 había 789 Haciendas Azucareras registradas en el país. El territorio llegó a producir  el 5% del azúcar del mundo, y a ser el segundo proveedor de azúcar a Estados Unidos, detrás de Cuba. Ello explica que cerca del 60 % de la producción local se destinara a aquel mercado y es un factor que hay que tomar en cuenta a la hora de evaluar el 1898.

 

Las debilidades de la Economía de Haciendas Azucareras

Aquel espacio de producción fue un foco de intensas contradicciones de clase. Los choques entre amos y esclavos, patronos y jornaleros, esclavos y jornaleros, unidos a las competencias entre hacendados extranjeros, españoles y puertorriqueños, y entre la clase de los hacendados  y los comerciantes-prestamistas, fueron a su vez el  fermento de importantes luchas políticas.  Una de las más relevantes fue el debate sobre la necesidad y la moralidad de poseer esclavos. Los jornales de hambre que recibían los trabajadores  por una tarea de sol a sol, las malas condiciones de vida de los esclavos y los jornaleros, las mismas ventajas fiscales que por mucho tiempo disfrutaron los inversionistas españoles y los extranjeros fueron cuestionados. Eran debates que se podían politizar con facilidad. El  Estado y la Iglesia la censuraron por el peligro que representaba ponerla sobre la mesa categorizándolas como inconvenientes o subversivas.

Mercedita en Ponce hacia 1908

Otra fragilidad fue, como se ha sugerido, la ausencia de un sistema crediticio moderno en la colonia no había una banca comercial activa. El crédito agrario se obtenía de los comerciantes mediante el Sistema de Refacción en el cual los Hacendados sin dinero debían hipotecar la producción y las propiedades inmobiliarias para garantizar el pago de sus gastos a un comerciante-prestamista. El comerciante prestamista  pagaba los gastos de la cosecha por adelantado, pero facturaba entre un 12 y un 36 % de intereses, además de una comisión por vender el producto en el mercado internacional. Los comerciantes-prestamistas eran vistos por los hacendados como un adversario. Todo parece indicar que el sector estaba dominado por  españoles y extranjeros. La ausencia de crédito comercial fue un problema de largo alcance en el siglo 19. El primer banco comercial apareció en 1877: la Sociedad Anónima de Crédito Mercantil cuando ya la industria estaba en problemas.

La otra debilidad era que los precios del producto no se fijaban en Puerto Rico y dependían  de un mercado incontrolable y de los precios que se establecieran en la Bolsa de Londres. Puerto Rico fue un socio menor en la economía mundial. La combinación de todos esos factores fue la base de la crisis de la Economía de Haciendas Azucareras.

 

La esclavitud negra en la Economía de Haciendas Azucareras

Entre 1815 y 1850 la Trata Negrera y la Esclavitud fueron condenadas por la comunidad internacional, pero el crecimiento económico de Puerto Rico, dependía de la esclavitud. En 1817 España e Inglaterra acordaron abolir la Trata Negrera hacia 1820. Dado que no se podían sustraer esclavos del  África al norte de la línea del Ecuador, los consumidores de la isla los compraban al sur de la línea ecuatorial y en Estados Unidos. En 1835 se firmó un nuevo tratado entre España e Inglaterra el cual creó un sistema de registro bilateral y se dispusieron buques de guerra para la vigilancia del tránsito marítimo sospechoso. El acuerdo facultó la creación de tribunales hispano-ingleses que juzgaran a los violadores y estableció que las sentencias eran inapelables.

En noviembre de 1839, la Iglesia Católica Romana se expresó sobre el asunto. El Papa Gregorio 16 emitió Bula condenando la Trata Negrera y condenó a excomunión a los traficantes. Se trataba de una expresión moderada y simbólica: la Bula no condenó la esclavitud.  Por fin en 1845,  se firmó un nuevo tratado de abolición de la Trata Negrera extensivo a Puerto Rico. A partir de ese momento, la propuesta de Abolir la Esclavitud, tomó fuerza. El efecto de todo ello había sido que los precios de los esclavos subieron dramáticamente. La Economía de Haciendas Azucareras se encontraba en una incómoda situación. El reto era que había que modernizar la industria, comenzar a producir azúcar refinada y a la vez revisar los métodos de producción a la luz del cambio en el mercado laboral. Se hizo imperiosa la necesidad de maquinaria moderna y de instituir el trabajo libre. Cuando en 1848, en medio de la rebelión social en Europa, los precios internacionales del azúcar moscabado cayeron, la crisis económica azotó a la industria.

En  aquel ambiente maduraron otras ideologías políticas y sociales amenazantes. El pensamiento abolicionista, junto a las propuestas identificadas con el liberalismo, el constitucionalismo, el anexionismo y el separatismo polarizaron el debate público. La reacción de Estado fue afirmar el autoritarismo y el control sobre las clases subalternas y estrechar la vigilancia sobre los ciudadanos considerados subversivos.

 

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Betances y la epidemia del cólera

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 16 junio 2010


  • Mario R. Cancel
  • Historiador y escritor

Si hemos de creer la aseveración del Dr. Francisco X. Veray de que Betances es uno de los «fundadores de la medicina académica puertorriqueña», forzoso es apuntar que la epidemia de cólera de 1855 a 1856 fue el laboratorio donde se forjó el gran médico. En abril de 1856 convalidó Betances su título en Puerto Rico y ya para agosto 5 lo hallamos trabajando de lleno contra la peligrosa enfermedad. Iniciada su práctica en mayo, el joven galeno contaba apenas con tres meses de experiencia para afrontar tan ardua tarea.

Justo es señalar que es durante este período (1856-1859) que se teje el perfil romántico y de héroe de pueblo de Betances. En estos breves apuntes trataremos de señalar la presencia histórica real de Betances en este trágico episodio.

Dr. Ramón E. Betances Alacán

La campaña contra el cólera en Mayagüez fue coordinada desde el Ayuntamiento por uno de esos héroes anónimos que raras veces figura en los libros de historia. Fue el Regidor José Antonio Ruiz Gandía, originario de Aguada y de distinguido linaje, padre de Segundo, Antonio y Mariano Ruiz, quien elaboró con José Francisco Basora y el propio Betances las prevenciones necesarias.

A principios de agosto de 1856, Ruiz informó la presencia del cólera en Naguabo, al este de la Isla, y consiguió el 3 de agosto, se autorizara tomar fondos del erario para cubrir las erogaciones de los auxilios a los invadidos, cantidades que se cubrirían con un reintegro basado en la cuota individual de cada vecino. Fue Ruiz el individuo comisionado para visitar las boticas y percatarse estuviesen bien surtidas de medicinas.

Para cumplir con esta tarea, Ruiz Gandía tuvo que laborar en estrecha relación con los dos oficiales médicos del Ayuntamiento: José Francisco Basora, médico titular, y Ramón Emeterio Betances, cirujano de sanidad con carácter interino. Establecida la debida comunicación, fueron los médicos los que se ocuparon de diseñar un plan de prevención dado el caso de que el mismo 5 de agosto “diez casos de colerina muy graves” habían sido detectados en la comunidad. Betances y Basora recomendaron se dividiese la población en dos trazos o áreas. El norte le competiría a Basora y el sur a Betances.

El principio de higiene, difundido por la Gaceta, tanto de ranchos de esclavos y habitaciones como de consumos, fue defendido ampliamente por los médicos. Sin embargo, el profundo compromiso de Betances con los desposeídos produjo roces y quejas ya que, de acuerdo con el Jefe de la Guarnición de Mayagüez, el caborrojeño no ponía suficiente interés en velar por la salud de los militares acuartelados en la Villa. La cantidad de víctimas en agosto y septiembre (alrededor de 1,500 personas), nos habla del cúmulo de trabajo que tuvieron que desplegar ambos médicos durante la epidemia.

El levantamiento de una contribución mensual para hospitales de coléricos, de una relación de voluntarios y la creación de cementerios provisionales fueron también medidas que sirvieron para disminuir los efectos nocivos de la colerina.

La epidemia debió dramatizar ante los ojos de Betances la injusta situación de pobreza y coloniaje en que vivía la Isla. En este sentido, la imagen del Padre de la Patria Puertorriqueña, la leyenda del médico que fatigaba cinco caballos, la figura del doctor de los pobres y del defensor de los negros, se forjan con esta experiencia en donde el caborrojeño demostró su hombría de bien y, fuera de toda duda, sus incuestionables capacidades como científico.

Nota: Publicado en Revista / Review Interamericana Otoño-Invierno 1988. Vol. XVIII. No. 3-4. Págs. 133-134.

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La esclavitud y la trata negrera: aspectos generales

Posted by Mario R. Cancel-Sepúlveda en 11 octubre 2009


  • Mario R. Cancel
  • Historiador y escritor

La esclavitud es el sometimiento de un ser humano a la voluntad de otro para fines laborales o de otro tipo. La esclavitud, tal y como se conoció en el mundo caribeño y americano, no reconocía la condición humana del esclavo. Visto desde un punto de vista amplio, la esclavitud deshumanizaba y cosifica al esclavo, en la medida en que lo trataba como una mercancía que en el mercado denominaban con el concepto pieza.

A lo largo de los siglos tanto el derecho civil,  el mercantil y el eclesiástico, legitimaron la institución. En la práctica, al igual que cualquier otra propiedad, el esclavo podía ser transferido o cambiado en el mercado, el producto de su reproducción era propiedad del amo o dueño, y el esclavo podía servir de garantía para obtener adelantos de dinero para la reinversión, es decir, podía ser hipotecado o empeñado.

Esclavitud_Uruguay

El esclavo fue utilizado en lo fundamental para fines laborales. El sistema mercantilista reconocía su capacidad productiva y su habilidad para aprender una diversidad de destrezas, incluso especializadas, como era el caso de la labor de químico o maestro azucarero de los ingenios y fábricas de azúcar. El trabajo esclavo era compensado con el sustento y, en la medida en que el sistema se desarrolló, con un jornal reducido en especia o en metálico.

La imagen que el amo desarrollaba de sí mismo ante el esclavo era la de una figura paternal que actuaba con los mismas facultades de un pater que, desde su superioridad, premiaba y castigaba acorde con las circunstancias. Su responsabilidad, bien cumplida o no, de sostener, alimentar, educar y cristianizar al esclavo, afirmaban esa posición de control que caracterizó a los esclavistas durante siglos. Las armas con las que contaba el amo para ejecutar el castigo y el correctivo eran muchas. El castigo físico fue solamente una manifestación de aquel poder que reproducía el autoritarismo del Estado y de la relación con Dios, en el marco del mundo laboral. El Estado y la Iglesia convirtieron esa praxis en códigos precisos que legitimaban aquella relación desigual.

El problema histórico de la esclavitud

Antiguamente se advenía a la condición esclava por diversas razones. Como producto de un acto de bélico o como consecuencia de una guerra de despojo. A veces incluso con el fin específico de cobrar deudas no pagadas. También se esclavizaba por motivaciones religiosas, como era el caso del Catolicismo que la justificó como un correctivo moral en aras de la salvación del alma. O por motivaciones culturales que, de un modo u otro, se imbricaban y legitimaban con argumentos raciales. La diferencia, la incapacidad de apropiar al otro desde una perspectiva plural, ha sido el caldo de cultivo de la esclavitud.

Las premisas básicas de la esclavitud son difíciles de comprender desde el presente.  En primer lugar, el esclavista, al margen de su fe o de sus concepciones de derecho, acepta que los seres humanos no son iguales ni en Estado Natural, ni ante Dios ni ante la Ley. Por eso se  le hizo tan cuesta arriba a la Iglesia Católica condenar formalmente la institución. Por eso incluso potencias caracterizadas por su liberalismo y democracia como Estados Unidos, sostuvieron la legitimidad el esclavismo hasta el siglo 19.

En segundo lugar, el esclavista presume que los seres humanos pueden ser igualados simbólicamente por medios rituales. Un medio válido de igualarlos era integrándolos al Pueblo de Dios o la Cristiandad mediante la conversión a la fe verdadera. Como se habrá visto, en las situaciones aludidas, ni la raza ni la cultura resultaban esenciales para la esclavitud. El  papel de la raza y la cultura como signo de esclavitud solo se fueron afirmando después de 1400.

EsclavosLos conflictos del siglo 15 pusieron en contacto pueblos etno-culturalmente distintos y desiguales. Los cristianos y los musulmanes, dos comunidades monoteístas radicales, tuvieron en el Norte de África un teatro principal de confrontación. Desde al África Mediterránea, los contactos con el África Negra se afianzaron. Los cristianos y los musulmanes vieron en el africano negro un ser susceptible de ser esclavizado. En cierto modo, su esclavización se reconfiguró como un deber moral que no se podía eludir en nombre de una presumida fe verdadera.

Al momento de las exploraciones iniciadas en 1492, la esclavitud del africano se había generalizado y con ello se echaron las bases de la idea de la esclavitud negra característica de los siglos 16 al 19 en América y El Caribe. No creo que sea exagerado indicar que el esclavismo musulmán y cristiano manifiesto en la experiencia portuguesa e inglesa, racializaron la esclavitud de manera radical. Los viajes de exploración y colonización, facilitaron la llegada de negros al Nuevo Mundo en la medida en que crearon un mercado laboral hambriento de brazos durante los siglos 16 y 17 especialmente en las colonias en que el Indio comenzó a escasear.

Los negros esclavos en América

Tan temprano como en el 1502, se autorizó la introducción de esclavos negros a La Española. Todo parece indicar que  la Corona desconfiaba de la institución, dado que  elaboró un estricto sistema de permisos que aspiraba a documentar la entrada de todo esclavo con el fin de controlarlos mejor. La pasión por la pureza racial propia de los hispano-europeos, debió ser un factor crucial en el diseño de aquella política.

Los primeros esclavos negros eran definidos en el mercado de acuerdo con el nivel de su relación con el mundo que los esclavizaba. Se trata de una clasificación etnocentrista simple que distinguía entre los aculturados y cristianizados –llamados ladinos o latinos-; y los  sin aculturar ni cristianizar provenientes directamente de África –conocidos como bozales-. En términos culturales, el ladino hablaba castellano y el bozal no. En términos semánticos, el concepto ladino sugería  un carácter astuto y pendenciero, y el bozal sugería la figura del tonto y el discapacitado. En la época aludida, un bozal se transformaba en ladino al cabo de más o menos un año de relaciones con los cristianos. Aprender la lengua, facilitaba el proceso de esclavización. El carácter despreciativo de los apelativos aplicados a los esclavos negros, reflejaba el carácter asimétrico de la relación entre las razas.

Para la cultura mercantil esclavista de la época, el ladino era una pieza entrenada y educada que se suponía más pasiva. El bozal, por el contrario representaba un costo extra dado que debía ser sometido y educado in situ. La idea de que los bozales eran rebeldes potenciales fue común. Pero las quejas documentadas de la época apuntaban que tanto los  ladinos como los  bozales se resistían al trabajo. El entrenamiento y la educación no hacían mucha diferencia. La necesidad de que los negros esclavos fuesen sumisos fue una utopía común durante 400 años.

En los primeros años del Imperio de Castilla, el esclavo era traficado por medio de suplidores portugueses. En 1518 Carlos I, autorizó la introducción en masa a las Antillas a razón de 4,000 al año y la institución se generalizó. La afirmación del poder hispano en tierras continentales –México- fue crucial en la decisión. Entre los años  1518 y 1886, más o menos 15 y 20 millones de negros fueron depositados en América en condición de esclavos. El porcentaje de muertos en los procesos de captura, en  la travesía y en los barracones era muy alto. Algunos especialistas sugieren que ello representó por lo menos 100 millones de negros africanos desarraigados por el mercado.

La esclavitud negra fue una de las bases de acumulación más importante en el camino hacia el capitalismo moderno. Del mismo modo, la pobreza endémica del África Negra se comprende mejor cuando se conoce este dato. Si los reinos africanos hubiesen estado en la posición de esclavizar a los blancos, la historia hubiese sido otra.

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