- Mario R. Cancel
- Historiador y escritor
La esclavitud es el sometimiento de un ser humano a la voluntad de otro para fines laborales o de otro tipo. La esclavitud, tal y como se conoció en el mundo caribeño y americano, no reconocía la condición humana del esclavo. Visto desde un punto de vista amplio, la esclavitud deshumanizaba y cosifica al esclavo, en la medida en que lo trataba como una mercancía que en el mercado denominaban con el concepto pieza.
A lo largo de los siglos tanto el derecho civil, el mercantil y el eclesiástico, legitimaron la institución. En la práctica, al igual que cualquier otra propiedad, el esclavo podía ser transferido o cambiado en el mercado, el producto de su reproducción era propiedad del amo o dueño, y el esclavo podía servir de garantía para obtener adelantos de dinero para la reinversión, es decir, podía ser hipotecado o empeñado.
El esclavo fue utilizado en lo fundamental para fines laborales. El sistema mercantilista reconocía su capacidad productiva y su habilidad para aprender una diversidad de destrezas, incluso especializadas, como era el caso de la labor de químico o maestro azucarero de los ingenios y fábricas de azúcar. El trabajo esclavo era compensado con el sustento y, en la medida en que el sistema se desarrolló, con un jornal reducido en especia o en metálico.
La imagen que el amo desarrollaba de sí mismo ante el esclavo era la de una figura paternal que actuaba con los mismas facultades de un pater que, desde su superioridad, premiaba y castigaba acorde con las circunstancias. Su responsabilidad, bien cumplida o no, de sostener, alimentar, educar y cristianizar al esclavo, afirmaban esa posición de control que caracterizó a los esclavistas durante siglos. Las armas con las que contaba el amo para ejecutar el castigo y el correctivo eran muchas. El castigo físico fue solamente una manifestación de aquel poder que reproducía el autoritarismo del Estado y de la relación con Dios, en el marco del mundo laboral. El Estado y la Iglesia convirtieron esa praxis en códigos precisos que legitimaban aquella relación desigual.
El problema histórico de la esclavitud
Antiguamente se advenía a la condición esclava por diversas razones. Como producto de un acto de bélico o como consecuencia de una guerra de despojo. A veces incluso con el fin específico de cobrar deudas no pagadas. También se esclavizaba por motivaciones religiosas, como era el caso del Catolicismo que la justificó como un correctivo moral en aras de la salvación del alma. O por motivaciones culturales que, de un modo u otro, se imbricaban y legitimaban con argumentos raciales. La diferencia, la incapacidad de apropiar al otro desde una perspectiva plural, ha sido el caldo de cultivo de la esclavitud.
Las premisas básicas de la esclavitud son difíciles de comprender desde el presente. En primer lugar, el esclavista, al margen de su fe o de sus concepciones de derecho, acepta que los seres humanos no son iguales ni en Estado Natural, ni ante Dios ni ante la Ley. Por eso se le hizo tan cuesta arriba a la Iglesia Católica condenar formalmente la institución. Por eso incluso potencias caracterizadas por su liberalismo y democracia como Estados Unidos, sostuvieron la legitimidad el esclavismo hasta el siglo 19.
En segundo lugar, el esclavista presume que los seres humanos pueden ser igualados simbólicamente por medios rituales. Un medio válido de igualarlos era integrándolos al Pueblo de Dios o la Cristiandad mediante la conversión a la fe verdadera. Como se habrá visto, en las situaciones aludidas, ni la raza ni la cultura resultaban esenciales para la esclavitud. El papel de la raza y la cultura como signo de esclavitud solo se fueron afirmando después de 1400.
Los conflictos del siglo 15 pusieron en contacto pueblos etno-culturalmente distintos y desiguales. Los cristianos y los musulmanes, dos comunidades monoteístas radicales, tuvieron en el Norte de África un teatro principal de confrontación. Desde al África Mediterránea, los contactos con el África Negra se afianzaron. Los cristianos y los musulmanes vieron en el africano negro un ser susceptible de ser esclavizado. En cierto modo, su esclavización se reconfiguró como un deber moral que no se podía eludir en nombre de una presumida fe verdadera.
Al momento de las exploraciones iniciadas en 1492, la esclavitud del africano se había generalizado y con ello se echaron las bases de la idea de la esclavitud negra característica de los siglos 16 al 19 en América y El Caribe. No creo que sea exagerado indicar que el esclavismo musulmán y cristiano manifiesto en la experiencia portuguesa e inglesa, racializaron la esclavitud de manera radical. Los viajes de exploración y colonización, facilitaron la llegada de negros al Nuevo Mundo en la medida en que crearon un mercado laboral hambriento de brazos durante los siglos 16 y 17 especialmente en las colonias en que el Indio comenzó a escasear.
Los negros esclavos en América
Tan temprano como en el 1502, se autorizó la introducción de esclavos negros a La Española. Todo parece indicar que la Corona desconfiaba de la institución, dado que elaboró un estricto sistema de permisos que aspiraba a documentar la entrada de todo esclavo con el fin de controlarlos mejor. La pasión por la pureza racial propia de los hispano-europeos, debió ser un factor crucial en el diseño de aquella política.
Los primeros esclavos negros eran definidos en el mercado de acuerdo con el nivel de su relación con el mundo que los esclavizaba. Se trata de una clasificación etnocentrista simple que distinguía entre los aculturados y cristianizados –llamados ladinos o latinos-; y los sin aculturar ni cristianizar provenientes directamente de África –conocidos como bozales-. En términos culturales, el ladino hablaba castellano y el bozal no. En términos semánticos, el concepto ladino sugería un carácter astuto y pendenciero, y el bozal sugería la figura del tonto y el discapacitado. En la época aludida, un bozal se transformaba en ladino al cabo de más o menos un año de relaciones con los cristianos. Aprender la lengua, facilitaba el proceso de esclavización. El carácter despreciativo de los apelativos aplicados a los esclavos negros, reflejaba el carácter asimétrico de la relación entre las razas.
Para la cultura mercantil esclavista de la época, el ladino era una pieza entrenada y educada que se suponía más pasiva. El bozal, por el contrario representaba un costo extra dado que debía ser sometido y educado in situ. La idea de que los bozales eran rebeldes potenciales fue común. Pero las quejas documentadas de la época apuntaban que tanto los ladinos como los bozales se resistían al trabajo. El entrenamiento y la educación no hacían mucha diferencia. La necesidad de que los negros esclavos fuesen sumisos fue una utopía común durante 400 años.
En los primeros años del Imperio de Castilla, el esclavo era traficado por medio de suplidores portugueses. En 1518 Carlos I, autorizó la introducción en masa a las Antillas a razón de 4,000 al año y la institución se generalizó. La afirmación del poder hispano en tierras continentales –México- fue crucial en la decisión. Entre los años 1518 y 1886, más o menos 15 y 20 millones de negros fueron depositados en América en condición de esclavos. El porcentaje de muertos en los procesos de captura, en la travesía y en los barracones era muy alto. Algunos especialistas sugieren que ello representó por lo menos 100 millones de negros africanos desarraigados por el mercado.
La esclavitud negra fue una de las bases de acumulación más importante en el camino hacia el capitalismo moderno. Del mismo modo, la pobreza endémica del África Negra se comprende mejor cuando se conoce este dato. Si los reinos africanos hubiesen estado en la posición de esclavizar a los blancos, la historia hubiese sido otra.
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